Hace década y media al interior de la FAO se formuló la siguiente pregunta: ¿qué produce más emisiones de gases causantes del efecto invernadero?, ¿criar vacas o conducir automóviles?
La respuesta tiene tanto de ancho como de angosto, porque la actividad ganadera tiene cosas buenas y supuestamente cosas malas; ricos y pobres necesitan de la ganadería por ser ambos dependientes de los animales para la seguridad alimentaria y nutricional; sin embargo, los pequeños campesinos, por lo general pobres económicamente, corren el riesgo de quedarse por fuera de la reforma mundial que ha emprendido el sector pecuario.
Las fricciones entre la ganadería, cuyo “efecto multiplicador” es innegable, y el ambiente están en camino de mejorarse, sobre todo si se piensa que la ganadería utiliza el 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta, más que todo en pastizales y ocupa también un 33 % de toda la superficie cultivable en producir pasto. Según el informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), titulado La sombra alargada de la ganadería, dice: “El ganado es uno de los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy en día. Se requiere una acción urgente para hacer frente a esta situación”.
Las buenas noticias
Las buenas noticias de la ganadería, actividad de la cual la FAO subraya las múltiples contribuciones que hace a nivel mundial, destacando que posee una “importancia permanente”; son entre otras, que es el sector de crecimiento más rápido en el mundo en comparación con otros sectores agrícolas; emplea unas 1 300 millones de personas en el mundo (Informe Ganadería mundial); y cerca de 600 millones de los hogares más pobres en el mundo, crían animales para su seguridad alimentaria y como una fuente de ingresos, continuando haciéndolo mediante sistemas tradicionales de producción. La ganadería en América Latina y el Caribe aporta el 15 % de las calorías y el 37 % de las proteínas del consumo total de alimentos.
“Como señal de prosperidad, cada año la humanidad consume más carne y productos lácteos”. Para millones de personas en el mundo, las vacas son la base de su sustento y su forma de vida. En los próximos 20 años, el consumo de carne a nivel mundial se duplicará, y se prevé que la producción de leche aumente un 33 por ciento en ese mismo período. En fin, “el ganado es un activo valioso, que actúa como reserva de riqueza, garantía en los créditos y constituye una red de seguridad esencial en tiempos de crisis”.
Las malas noticias
Por su parte, las malas noticias de la ganadería tienen que ver con lo que se denomina “externalidades ambientales negativas”. Es público y plenamente confirmado que el 70 por ciento de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se han dedicado a pastizales; que los principales agentes contaminantes son entre otros, los desechos animales, los productos químicos utilizados para teñir las pieles y los fertilizantes y pesticidas que se usan para fumigar los cultivos forrajeros; que los recursos hídricos sufren bastante con la ganadería por figurar entre los sectores más perjudiciales para el agua. Uno de los principales emisores de gases que agravan el cambio climático, es la ganadería, fuera que cerca del 70 % de las tierras dedicadas al pastoreo están degradadas, y cada vez más la deforestación cede su espacio para la producción de piensos; y los suelos más destruidos por dicha actividad. Entonces, ¿Qué hacer para que se modifique lo negativo de la ganadería?
Trabajadores y pequeños propietarios
De acuerdo a la FAO, en relación con las personas: capacitar a trabajadores y pequeños propietarios con el fin de mejorar la productividad laboral y centrarse en actividades de elevado valor añadido, para que uno y otro sean protagonistas y beneficiarios del crecimiento continuado del sector ganadero; y fortalecer a las asociaciones de productores.
El ambiente
En relación con el ambiente, para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 30 por ciento, las acciones propuestas son ejecutar las mejores prácticas y tecnologías sobre los piensos, sanidad, cría de animales, y manejo del estiércol; incluyendo generadores de biogás y dispositivos de ahorro de energía, y mejorar la dieta de los animales para reducir la fermentación intestinal y las consiguientes emisiones de metano.
Actividad ganadera
Finalmente, en relación con la actividad ganadera, esa organización estima que debe suministrar a la población alimentos con alto contenido de proteínas en forma de carne, leche, huevos y productos lácteos; impulsar la nutrición infantil; proporcionar a las familias rurales con activos de capital de gran importancia, para que actúen también como “bancos de cuatro patas” y, por supuesto generar ingresos y empleos, ofreciendo a las mujeres rurales mayores oportunidades económicas.
Con la reforma del sector ganadero se lograrían otros beneficios como el acceso a la energía, la igualdad de género, el fomento de la paz y la estabilidad, señala esa entidad.
Recompensa a los ganaderos
La acción de los ganaderos en esos sentidos trae consigo su recompensa, primeramente, el pago que se daría de parte de la autoridad ambiental respectiva por servicios ambientales a ganaderos que implementen sistemas productivos amigables con el ambiente. “Los países que se adelanten, serán premiados en los mercados”; Brasil creó el sello “carne carbono neutral”; Chile, desarrolla la iniciativa de conservación y uso sustentable de la estepa patagónica para la ganadería sostenible, y Uruguay le apuesta a la producción ganadera climáticamente inteligente.
Este año vence el Plan de Acción 2011- 2020 del Plan Hemisférico de la Erradicación de la Fiebre Aftosa (PHEFA), que tiene como objetivo erradicar la fiebre aftosa en el continente americano.