La esclavitud, violencia de género y la violencia sexual infantil son un cáncer para la humanidad, un horror y vergüenza que han causado dolor, roto sueños y condenado a muchas personas a vivir un calvario con la mirada cómplice de la institucionalidad.
Países como Haití, Chile, México o Colombia “abolieron la esclavitud” primero que Estados Unidos. Sin embargo, la relevancia histórica de esta se dio cuando Abraham Lincoln promulgó la proclamación de emancipación. No obstante, a pesar de ella, en algunos estados continuaba siendo legal y por la preocupación que esta proclamación fuera vista como medida temporal solo durante la guerra civil se propuso la XIII Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, donde se abolió la esclavitud.
Pero esta XIII enmienda, a pesar que prohíbe la esclavitud, abre una caja de pandora, puesto que aunque elimina la servidumbre, exceptúa esta condición como castigo por la condena de un delito, por lo que se sostiene que la esclavitud se ha perpetuado, toda vez que han creado un sistema de criminalización que permite a la policía arrestar a los libertos pobres y obligarlos a trabajar. Así mismo, consiente la brutalidad policial que ha conllevado a la muerte de muchas personas negras a manos de las autoridades, como el reciente caso de George Floyd que ha indignado al mundo.
A pesar de que Colombia ha avanzado en normas contra la violencia de género, como la Ley 1257 de 2008 (que sensibiliza, previene y sanciona las formas de violencia y discriminación contra las mujeres), además de contar con un Código Penal que sanciona casi todas las tipologías de violencia contra la mujer, no se ha podido erradicar este absurdo. Por el contrario, las cifras siguen incrementándose. Solo en enero de 2020 71 mujeres fueron asesinadas, se presentaron 2.471 reportes por violencia interpersonal y 3.942 por violencia intrafamiliar.
Así mismo, el abuso sexual infantil es considerado la peor forma de maltrato, es el más deleznable y atroz crimen que puede cometer el Homo sapiens, quien a pesar de tener la facultad del raciocinio y destruye el futuro de la sociedad, de la vida con actos atroces. En Colombia se ha dado una larga lucha para combatir este delito, sin resultados, pero en los últimos días con la aprobación de la cadena perpetua para violadores de niños y niñas se ha querido influenciar que se logró la fórmula mágica, atribuyéndola como la medida más efectiva y el método más disuasorio para combatir este delito.
A pesar de la euforia de muchos con la medida, tengo mis reservas, primero constitucionales, puesto que para mi análisis riñe y hasta sustituye postulados de nuestra carta magna, además legales, porque se debería que reformar los códigos penal, de procedimiento y el penitenciario, en el mismo orden funcionales y de aplicabilidad, porque mientras no se fortalezca la investigación criminal y se reduzca la impunidad no cumplirá su cometido esta medida.
Las leyes que castigan estos actos inhumanos y bestiales están en las diferentes legislaciones, se deben es aplicar en todo su rigor, combatiendo la impunidad. Así mismo, debemos realizar cambios culturales profundos, edificar herramientas que permitan proteger y prevenir, mas no castigar, porque después de cometido el horrendo acto ya hemos perdido una batalla y el sueño de construir un futuro mejor comienza a desvanecerse, como el de la niña indígena embera que fue objeto de violación de siete militares.