Carlos Alfonso Velásquez, un verdadero experto en el relativismo ético y cultural

Carlos Alfonso Velásquez, un verdadero experto en el relativismo ético y cultural

A propósito de este importante coronel retirado y una conferencia dictada por él alrededor de este tema

Por: Octavio Cruz González
julio 17, 2020
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Carlos Alfonso Velásquez, un verdadero experto en el relativismo ético y cultural
Foto: Facebook @CarlosAlfonsoVR

En el Centro de Pensamiento Libre, entidad de carácter privado y sin ánimo de lucro, integrado por un variado grupo de profesionales, creado en el año 2016 en Bogotá, y que hoy ya está presente en distintas regiones de nuestro país, presidido por el fundador y abogado Carlos Eduardo Lago, desde finales de abril de este año 2020, venimos desarrollando un ejercicio académico y de civilidad, como igual de ciudadanía, a través de un esfuerzo mancomunado de participación en un diplomado relacionado con los estudios del pensamiento crítico, interesados todos en buscar, encontrar y proponer alternativas, soluciones, motivos y salidas a nuestra ya de por sí conflictiva realidad.

La apertura del diplomado se dio con una conferencia dictada por el prestigioso exmilitar y catedrático de la Universidad de la Sabana, coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez, con un tema sobre el Relativismo Cultural y Ético. Resaltándose los cambios graduales que se han venido dando en la humanidad, de manera acelerada, en el ejercicio político y cultural, modificándose con ellos los modelos naturales de la ética, asuntos que a través de su carrera profesional ha tenido muy en cuenta.

Del coronel Velásquez podemos enumerar muchos aspectos humanos, desde su coherencia personal con la moral pública, hasta la fidelidad que siempre ha tenido hacia la verdad, cómo que también ha sido una persona nacida en el seno de una familia con directos lazos con la cultura militar, pues su padre fue el brigadier general Alfonso Velásquez Mazuera, considerado la primera víctima del conflicto armado colombiano, al fallecer en un accidente aéreo cuando se desplazaba, en 1966, en un helicóptero que sobrevolaba al departamento del Tolima en operaciones militares antisubversivas.

Nació en Bogotá en octubre de 1950, siendo el mayor de siete hermanos, ingresando desde los 16 años a la Escuela Militar de Cadetes, apenas transcurrido un mes desde la muerte de su progenitor, graduándose con honores cuatro años después como subteniente de artillería, obteniendo el primer lugar de aquella promoción. Siempre se ha destacado en las distintas labores que ha desempeñado durante su carrera militar, así ocurrió en el curso de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra, como igual ocurría a donde fuera enviado, pues también sucedió en la comisión de estudios realizada en Leavenworth, Kansas, en Estados Unidos, cuando haciendo el curso para ascenso a teniente coronel, tuvo un papel bastante destacado sobre los 420 militares de 85 países que participaron.

En 1989 se vio enfrentado a un incómodo incidente personal y familiar, cuando ostentando el grado de teniente coronel, desempeñando el cargo de director académico y de entrenamiento en la Escuela Militar de Cadetes, se conoció que una de sus hermanas hacía parte del grupo subversivo del M-19, sin embargo, fueron sus ejecutorias profesionales las que hablaron por él, recibiendo el apoyo y la confianza de todos sus superiores, permitiéndosele continuar con su ya, en ese momento, exitosa carrera militar. Paradójicamente la militancia de su hermana en aquel grupo guerrillero fue en parte la clave para que posteriormente se dieran los primeros pasos de un proceso de paz con ellos, desembocando en la participación política de aquel grupo en la Constituyente de 1991, donde éstos jugaron un importante papel.

Desempeñando el cargo de comandante del Bloque de Búsqueda contra el Cartel de Cali, en 1994, le correspondió asestar los más duros golpes contra aquellos, haciéndose en sus operaciones con documentación vital, como fue la información contable de ese cartel delincuencial, en manos de un contador público llamado Guillermo Palomari, siendo ese incidente hoy conocido como el Proceso 8.000, donde se dieron a conocer los nexos directos de las clases políticas con estas organizaciones criminales, y del narcotráfico; eran los tiempos de una carrera presidencial que enfrentaba en ese entonces a los candidatos Ernesto Samper, del partido Liberal, con Andrés Pastrana, quien era apoyado por los movimientos conservadores.

A raíz de estas exitosas operaciones se vio expuesto a una campaña de desprestigio, teniendo que sufrir numerosos intentos de soborno, entre ellos siendo sorprendido en un motel, con una hermosa mujer que le habían puesto de carnada los delincuentes, buscando destruirlo moral y profesionalmente, como igual buscando minarle la confianza pública, hechos que lo impulsaron a una demostración de su talante de rectitud moral, al sincerarse no solo con su mujer, sino con su familia, con el ejército, con el gobierno y con el país entero, al salir a encarar, de frente y de lleno, ese drama de debilidad personal, y a la vez la misma trama que le habían urdido, saliendo avante de aquella situación.

Luego, a finales de los años noventa, siendo el segundo comandante de la Brigada 17 en Urabá, Antioquia, estando de gobernador Álvaro Uribe, de nuevo se tuvo que enfrentar a algunas de las irregularidades que se cometen permanentemente en el servicio público y político por quienes se creen los dueños de la verdad y se dicen pulcros y honorables, denunciando las relaciones oscuras e ilegales del entonces brigadier general Rito Alejo del Río con las organizaciones paramilitares, las cuales surgían a partir de la creación de las Convivir, supuestas cooperativas de seguridad antisubversivas que luego dieron origen a los tristemente conocidas Autodefensas Unidas de Colombia, con el siniestro Carlos Castaño a su cabeza.

Entonces el mando militar de la época determinó no apoyar las denuncias que hacía el coronel Velásquez, lo que lo motivó a realizar unas denuncias en la prensa, que terminaron con su abrupto retiro de la institución militar.

En los 27 años de su carrera militar no solo fue uno de los mejores alumnos que ha tenido la Escuela Militar, sino que recibió numerosas condecoraciones, entre las que podríamos destacar:

- Al mérito militar José Antonio Nariño.

- Al mérito militar José María Córdova.

- Medalla de servicios distinguidos en orden público por operaciones realizadas contra la guerrilla en 1992, en Cundinamarca.

- Recibió tres veces la medalla Francisco José de Caldas por sus virtudes académicas y de honor militar.

Ya retirado del ejercicio militar decidió estudiar en la Universidad Javeriana Estudios Políticos, graduándose de magíster. Desde hace 15 años se desempeña como profesor de tiempo completo en la Universidad de la Sabana, donde ha publicado varios escritos académicos, además desde el año 2009 es columnista del periódico El Nuevo Siglo. Ha sido también integrante de varias campañas políticas, con Rafael Pardo y con Ingrid Betancourt, ayudándoles a buscar la presidencia, igualmente fue promotor del voto en blanco; en años recientes ha sido postulado su nombre para candidato presidencial por el partido Conservador y por la Alianza Social Independiente.

En la conferencia dictada por el profesor Velásquez, en el diplomado del Centro de Pensamiento Libre, este trajo a colación, sacando a relucir, algunas de las raíces que vienen haciendo crecer torcidos muchos de los criterios culturales y éticos, con los que hoy se están sosteniendo las ramas del ejercicio público, exponiendo la subjetividad de unos parámetros de relatividad que ahora validan los comportamientos humanos.

Son debates que actualmente se desarrollan alrededor de tres ejes fundamentales, el primero es el positivismo jurídico, donde las leyes son las únicas medidas del bien y del mal, soslayando los deberes y los límites individuales; el segundo corresponde al utilitarismo o consecuencialismo, en donde el criterio ético está sustentado en la felicidad personal, basada ésta en un materialismo consumista; y el tercer eje hace referencia a la ideología del progreso, lo que se traduce en una fe absoluta en que el progreso humano solo sea sustentado en la ciencia, la tecnología y la praxis, en detrimento de la ética.

Poniendo en clara evidencia que hoy sólo estamos aceptando lo demostrable, dándole apenas validez a lo que se ve, donde lo que no se ve no existe.

Entre las distintas actitudes de conocimiento, nos encontramos que la verdad, que es decir lo que realmente es, se enfrenta permanentemente a la mentira (actitud de engaño) y a la falsedad (intentar hacer real una mentira). Igual ocurre con la certeza (convencimiento subjetivo fuerte acerca del valor de lo conocido) que se tiene que estar confrontando permanentemente a la duda (falta de firmeza objetiva ante la posibilidad que la realidad sea otra), aquí cabe la posibilidad que haya certeza sin verdad como igualmente verdad sin certeza. También nos topamos con que la opinión, ante la falta de conocimiento y a que la realidad pueda tener variables, está teniéndose que enfrentar al fanatismo o al relativismo de quienes opinan distinto.

La fe, que puede ser un relativismo de alguien, en quien confiamos demasiado, se transforma en fideísmo (donde la fe es la única verdad) o termina en la increencia (que es no creer en nada ni en nadie). Por lo que fácilmente se puede concluir con una máxima popular que dice qué: “nada es verdad, ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”.

Entre los rasgos que marca el relativismo podemos destacar que todas las opiniones son verdaderas aunque sean contrapuestas, que la verdad obedece a una interpretación subjetiva de la que cada persona considera buena para si mismo, que el reino de lo opinable es el reino de lo relativo reduciendo la verdad a la opinión de cada quien, y que la vida buena no radica en verdades, principios, valores, virtudes o compromisos, sino en la libertad individual, llevando a la posibilidad de actuar donde, cuando y como se quiera, sin juzgar a nadie a cambio de no ser juzgado por nadie.

Las mayores influencias en el relativismo ético son los influjos masivos de los medios de comunicación, el aislamiento y la incomunicación de las personas entre sí y que la opinión mayoritaria sea la garantía de la certeza ética.

Ser éticos es una condición natural en los seres humanos, pues originariamente tendemos al bien, girando alrededor de la regla universal que propone no hacerle a los demás lo que no quieres que te hagan; los principios éticos inspiran lo subjetivo, o sea las virtudes y los valores. Los primeros que estudiaron la ética fueron los griegos y al tiempo con ésta desarrollaron los de la felicidad y la virtud. Gandhi señalaba que la voz de nuestra conciencia es la ley más importante de la vida. No podemos ser éticos si no somos libres, estos principios no pueden ser forzados pues se asumen en libertad, de allí que la ética dignifica porque impulsa la excelencia del ser. La ética es la reflexión práctica que orienta a la persona a perseguir el bien.

Es en la propia semántica, que es el significado de los términos, donde está la clave de la propia ética porque cuando utilizamos los eufemismos, para enmascarar la verdad, ayudamos a difuminar la realidad. Por eso a un asesinato no se le puede denominar como un falso positivo, a un secuestro no se le puede llamar retención ni tampoco a un adulterio decirle aventura sentimental, pues al desvirtuar el significado de las palabras estamos haciendo relativa a la verdad y con ella a la que es la única realidad.

Como conclusión, podemos decir que la claridad expuesta en la conferencia por el profesor Carlos Alfonso Velásquez es una valiosa herramienta que nos ha dejado en las manos a quienes participamos del diplomado.

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