Pala: música, ironía y provocación

Pala: música, ironía y provocación

Con sus letras Pala lleva años incitando al hedonismo y al goce pagano, a cuestionar los dogmas y la religión. Su último disco tuvo como invitado al ganador del Oscar, Jorge Drexler.

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julio 05, 2014
Pala: música, ironía y provocación

A pesar de haber grabado 7 álbumes en estudio, un DVD en vivo en compañía de la Banda Sinfónica de la Red de Escuelas de Música de Medellín, de ganar el Premio Nacional de Música de Colombia en el 2013 y haber grabado recientemente con el ganador del Oscar Jorge Drexler, Pala dice que “no es cantante, ni guitarrista”. Tampoco se autocalifica como músico.

Lo cierto, es que en la biblioteca de su casa tiene más libros que discos. Lector de Cortázar, Auster o el filósofo francés Michel Onfray, por sólo nombrar algunos.

Se describe como “un escritor de canciones” y no de novelas “porque no tengo la disciplina para ser novelista”. En sus estribillos se va lanza en ristre contra la “moral judío-cristiana” invita a una mujer a desnudarse en un altar y asegura que antes del “cielo de los justos prefiere los labios de una dama”.

Por su estilo provocador y la ironía inteligente de sus textos lo han destacado diferentes medios de comunicación en América Latina. La revista Semana lo nombró en el 2010 cantautor del año describiéndolo como “una curiosa mezcla de Joaquín Sabina con Fernando Vallejo (…)”.

Sus textos, sus ideas musicales, tener un cerebro pirotécnico son cualidades que lo diferencia de los demás cantautores.

Redacta canciones con su aguda pluma, pero eso no significa que sea escritor, porque subraya que “la diferencia es bastante grande”. El único libro que ha escrito es uno de sonetos que se editó en Argentina, Colombia y España en el 2013, como un ejercicio de rima, no de poesía, porque para él “la poesía es de más exigencia y altura”.

Pala se despacha contra lo que se le da la gana, y no conoce de diplomacia cuando habla de política o de políticos. “No es muy usual que un artista escriba de este tema, porque la gran mayoría de ellos consideran que la creación es aséptica y que no tiene por qué emitir un concepto” para Pala eso tiene que ver mucho por el país en el que nació.

Agrega: “Colombia, que carga el estigma de relacionar a los nuevos cantautores con la década de los 60. Para muchos, yo debería usar boina roja en la cabeza y ponerme a cantar toda las noches canciones de Silvio Rodríguez”.

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Crédito Fede Gall

No muchos saben que es médico de cartón, pero no de corazón. Se graduó de medicina en la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín) y ejerció la profesión solo por un año porque hace más de 15 años le dijo adiós. Eligió esa carrera, sin presiones de su familia, vale aclarar, porque “padecía el síndrome de varios adolescentes promedio que son buenos estudiantes, pero no saben qué harán con su vida, asunto de la inmadurez”. Fue por eso que decidió estudiar una carrera “importante, por lo menos que le diera estatus social”, dice en tono de auto-burla.

Se precia de sus orígenes sencillos y rurales. Carlos Palacio, como es su verdadero nombre, nació en Yarumal, Antioquia, el 22 de mayo de 1969. Tiene 45 años. En ese municipio lechero vivió los primeros 14 años de su vida, hasta que llegó a Medellín a estudiar en el San Ignacio de Loyola, “un colegio católico en el que me enseñaron a ganarme el pan con el sudor de la frente”, por eso la música no entraba en esa lista de trabajos “dignos” pero esa “indignidad” lo hacía feliz.

Sin embargo, fue precisamente cuando atendía un parto en la Clínica León XIII que vivió una especie de epifanía. Entendió que lo suyo “no era ayudar a la humanidad a venir al mundo”, le dijo no más a esa carrera, se quitó la bata y agarró su guitarra para siempre.

Se fue para Cuba a estudiar música por dos años en el Instituto Superior de Artes en La Habana. Su viaje a la isla le sirvió para irse como médico y regresar –ahora sí- como músico convencido.

Su familia en un primer momento no estuvo de acuerdo con la decisión, por años, lo seguían llamando a pedirle recetas para las dolencias. La receta de Pala era siempre la misma “échese en la mañana unos pesitos en el bolsillo y váyase para un médico”, pero hoy en día, hasta su mamá, doña Clotilde, tiene canción favorita, Esto vale todo, de su álbum Palabras, de 2007.

Una de sus cualidades es que sabe reírse de sí mismo. Cuenta que como primíparo en la música regresó a Colombia a finales de los 90 con la ilusión de "ganar el Grammy, firmar un contrato con una disquera, de acumular montañas de brasieres arrojados por fans enardecidas en los conciertos".

 

Estos son algunos de sus trabajos musicales - Pala: música, ironía y provocación

Estos son algunos de sus trabajos musicales

Pero se encontró con la realidad de la industria musical. Tocó las puertas de todas las disqueras, ninguna le paró bolas. Fue guitarrista de Juanes y así pudo conocer las mañas del mundo musical comercial: “cooptado por grandes núcleos de producción y distribución con el fin de redimensionarse pero sin éxito”. Por eso para Pala lo que no pudo hacer la música tradicional, lo hizo la alternativa: se redefinió por convicción.

Desde entonces Pala se casó con la música independiente. Aceptó, e incluso disfrutó la idea de nunca salir en la sección de farándula de los noticieros, ni en ninguna de las revistas jet set del país, ni mucho menos que lo iba a entrevistar las “bellezas de presentadoras de esas secciones”.

Su respuesta a Fernán Martínez

Fernán Martínez ya había llevado a Juanes de la mano por el camino correcto para ser una estrella mundial. Pala, mientras preparaba su tercer álbum musical, tocaba en la banda del pupilo de Fernán. Fue en ese momento cuando pensó que se le había aparecido la Virgen María. Le envió una copia de su tercer álbum al entonces manager del denominado rey de los Grammy latinos con la ilusión de llegar, con su estilo crítico y propio, a convertirse en una revelación de la música latina.

Martínez escuchó el disco, llamó a Pala y le dijo que le gustó bastante, pero que sus letras eran para el 10 por ciento de la gente. “Bájale a las letras”, le aconsejó. Pala se sinceró con Fernán. “Le dije que sabía que no era un cantante, que era consciente que me desafinaba, tampoco era un guitarrita, así estuviera tocando para Juanes, lo único que sabía hacer bien era escribir textos y letras”.

La respuesta la dio convencido que no era sensato renunciar a lo que mejor sabía hacer “por buscar un espacio fijo en la revista TV y Novelas.” Fue en ese momento cuando Fernán le respondió “que su mercado era otro y que él no debía ser su manager”.

Respuesta reveladora para Pala: pues se convenció que su carrera debía apuntarle a un mercado de nicho, que creciera lentamente y con una relación muy directa con sus seguidores.

 

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Entendió además que la realidad era sencilla: para que su música sonara en Los 40 Principales o en Radio Tiempo nunca debería decir, por ejemplo, que “Colombia no es el mejor país del mundo”.

Después de mirar con ojo crítico a los colegas “muy comerciales” comprendió también que “ni la industria tradicional comercia con artistas vendidos, ni los artistas independientes son unos hippies con alpargatas que quieren hacer una revolución”. Lo que sucede, dice Pala, “es que los artistas independientes alguna vez pensamos que podíamos encajar en el mundo tradicional”.

El camino “de la independencia”

El primer álbum de Pala, Amnesialand, lo produjo en el 2000 junto a Thom Russo, el productor e ingeniero estadounidense de álbumes de estrellas como Michael Jackson, Cher, Toto, Eric Clapton, de los primeros cuatro álbumes exitosos de Juanes como Un día normal y Mi sangre.

Fue precisamente Juanes quien le dio el contacto y pala le escribió una carta tan sincera y persuasiva que Russo le respondió. Le pidió que le enviara las maquetas (una grabación de prueba de varias de las canciones) para revisarlas y así poder programar una cita en su apretada agenda. Se abría la posibilidad de trabajar, con su gran productor, en su primer disco.

El álbum lo trabajaron en Bogotá. Russo se quedó en la casa de José Lopera, amigo de Pala y baterista de Juanes. Pero Pala no tenía dinero, gran parte de la producción salió del bolsillo de su esposa, Piedad Monsalve, musa, financiadora y la mayor responsable de que él, aún esté en el camino de la música independiente. Al final, con el disco no pasó mucho, o al menos, no como él se lo esperaba. La canción que lleva el nombre del disco fue número uno en la Radiodifusora Nacional de Colombia en el 2004, pero Pala pensaba que ese disco, con tan reconocido productor, lo iba a catapultar a la fama. Varios discos y años después comprendió que “nada sucedió porque las 12 canciones que componen el disco no estaban a la altura”.

Asegura que siempre ha llegado tarde a todas las conclusiones trascendentales de su vida: “ser músico, escribir letras, concentrarme en escribir canciones a la altura y no en triunfar en las emisoras”

Colombianito fue su segundo álbum. Vio la luz en el 2004 gracias a otro famoso ingeniero de sonido, esta vez de Argentina, Eduardo Bergallo. La ilusión fue aún mayor porque Bergallo tiene la experiencia de trabajar con artistas de géneros musicales muy variados como Mercedes Sossa, Rata Blanca, Gustavo Cerati y otro más. Nuevamente, el impacto no fue el esperado. Pala veía como se le iban agotando las posibilidades de que sus letras y su música, lo acepta “irreverentes y provocadoras” fueran conocidas.

Decidió entonces, grabar con bajo perfil y un presupuesto limitado un tercer álbum con sus colegas músicos en un estudio en Chapinero, Bogotá. Con su banda, entre ellos el baterista, que actuó como el ingeniero de sonido, grabaron libre y serenamente las 12 canciones que hacen parte del disco Palabras, que fue terminado en el 2007. “fue una de las épocas más felices de mi vida”.

Por esos días, la cantante y compositora bogotana Ilona, gran amiga de Pala, ya había vendido más de 15 mil copias de su álbum debut de 2005. Salía de gira para Argentina y se llevó unas copias del disco que Pala acababa de producir.

Días después de la visita de Ilona en Argentina, recibió la llamada de un productor que le dijo que lo quería lo más pronto posible en Buenos Aires porque le proponía firmar un contrato. Todo esto se dio, agrega Pala, porque había canciones con todo lo que esa palabra implica, “porque era la primera vez que se entregaba en totalidad a los textos como un artista independiente y no con la ambición de ganar reconocimiento y fama, ni con la preocupación de cómo sería el micrófono, ni el sonido ni la postproducción del disco”

Pala dice, con la sinceridad que lo caracteriza y sin falsa modestia “hoy en día me siento orgulloso de las canciones que tiene ese disco. Las puedo cantar acompañándolas solo con la guitarra y me funciona, ya la parafernalia pasó a un segundo plano”. Entendió, de una buena vez, que es un buen escritor de canciones.

El disco Palabras tuvo excelentes resultados y la disquera le propuso en 2009 que grabaran otro más, Yo y ya, lanzado en el 2010. Las puertas se le empezaban a abrir en el complejo mundo de esa industria musical, pero independiente. Fue la primera vez que no se tuvo que preocupar por el presupuesto del disco, ni por el estudio de grabación ni quiénes le harían los arreglos; su único trabajo era concentrarse en componer. “Estaba por fin en mi salsa”.

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Para Pala “Yo y ya, es un panfleto hecho música, es hasta hoy mi disco más político. Y es político porque hablo de los temas que para mí son coyunturales, como mi relación con la religión”. Desde el título ya se pueden imaginar las letras plasmadas en canciones como Pendientes y Mentiras, cantos rebeldes que desafían dogas políticos y religión.

En algunas letras Pala le canta las “mentiras” que nunca se quiso tragarse: “Que no se disfruta la cama con putas, que Lennon dejó de cantar. Que a todo adversario lo vence un rosario, que es sana la virginidad”.

Entre risas dice, “A veces mis hermanas al escuchar mis canciones piensan que me violó un cura, de los que me daba clases en mi colegio”. Pero no, su ruptura con los que llama “la secta católica” fue posterior a sus grados de bachiller, luego de mucho leer y cuestionarse internamente. Por eso en sus discos incita “a los placeres mundanos de la tierra, al gozo”;

No le interesa ser un revolucionario, pero tiene su postura políticas definidas y le interesa escribirlas y cantarlas. Para él tanto la extrema izquierda como la ultraderecha le han hecho igual daño a este país. “Gobiernos como el de Álvaro Uribe -para mí- son asesinos, criminales, que merecen ser juzgados, pero pienso lo mismo de las FARC, que también son una horda de asesinos. No estoy de acuerdo con la unanimidad a punta de bala, que es lo que propone el Centro Democrático, por eso no me parece que ese sector venda el miedo como una herramienta para matar. Eso me saca de quicio”.

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Cuando le ponen el tema de los “poderosos” o “los armados” se le salen los adjetivos. Esto lo dice en sus columnas, en sus letras y cada vez que se le viene en gana. Es políticamente independiente y algunos lo señalan de ser un músico anarquista. No duda en criticar la perversidad de los realities “que venden el modelo de éxito a corto plazo” para Pala “el arte de hacer música no es un baloto, que para acabar de ajustar es asunto de un mes”.

Después de Cuba, 8 años en Bogotá y Argentina Pala hoy vive feliz en Medellín. Una ciudad que en algún momento llego a detestar pues no soportaba “su machismo, su catolicismo, se sus aires ultraconservadores, su centralismo, el culto al avispado, eso de que los paisas son los mejores y luego de ellos lo que hay son segundones”.

Sin embargo, luego de terminar su álbum Yo y ya en Argentina, Pala regresó con su esposa a Medellín con el propósito de quedarse solo un mes. Ya han pasado casi cinco años y como reconoce “me ha tocado revisar algunas de mis palabras”.

“Hoy sigo pensando que el gran problema de Medellín es que está llena de paisas estereotipados, godos, pero no pongo en duda que encontré una ciudad diferente, con un entorno para el trabajo artístico envidiable, para la creación musical que no lo tiene ninguna otra ciudad de América Latina, quizás Guadalajara, México”.

Con su séptimo álbum, Maleviaje, producido en Madrid y que cuenta con la participación de Jorge Drexler, ganó la X convocatoria de Becas a la Creación, en la modalidad Compositor con Trayectoria, que otorga la Alcaldía de Medellín. Este trabajo musical recopila recuerdos y sonidos tangueros que surgieron en su natal Yarumal. Recientemente terminó la gira promocional por varios países de Latinoamérica.

Junto a Roberto Camargo, Alejandro García, Andrés Correa, Pala es participe del nuevo movimiento de la canción en Colombia. Es decir, artistas que han forjado su trayectoria musical desde la independencia. Para este cancionista, que luego de muchos años de trabajo ha logrado agotar la boletería del Teatro Metropolitano, con capacidad para 1.500 espectadores, uno de sus fines participando en LA Fundación Barrio Colombia (www.barriocolombia.org) es apoyar a los colegas que apenas empiezan su carrera en el difícil mundo de la industria no comercial. Ellos como dice una de sus canciones, también podrán meter un gol.

Para conocer más sobre el trabajo de Pala http://www.lodepala.com

@SebastianDiazLo

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