Rumbatá Big Band revisitada
Opinión

Rumbatá Big Band revisitada

Noticias de la otra orilla

Por:
julio 05, 2014
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Siempre estaré agradecido con mi amigo Cheo Peñaranda, gran percusionista barranquillero radicado hoy en Estados Unidos, por ser el primero que un día me hablara hace ya más de diez años de un interesante caso musical holandés conocido como Rumbatá Big Band, una orquesta que hacía música salsa en Europa, pero que había tenido a bien embarcarse en un hermoso proyecto discográfico sobre grandes temas de la música popular colombiana.

Y fue también mi amigo Cheo quien me puso en contacto con la maraquera de esa big band de jazz que resultó ser nada menos que Tania Cabrera, una mujer de sonrisa extraordinaria y una intérprete fenomenal de ese instrumento. Y fue ella la que un buen día me hizo llegar ese gran disco.

Muchos son ya los trabajos que conforman un importante repertorio musical de gran calidad artística y proyección internacional basado en la música colombiana. Es música que busca en nuestras raíces autóctonas,  ritmos, aires, organología y temas, el pretexto o la clara inspiración para nuevas versiones, alusiones, parodias o recreaciones de nuestro mundo sonoro propio, ya sea  de filiación andina, caribe o pacífica, y así devolvernos una visión ampliada y enriquecida de lo que somos musicalmente. El resultado es hoy una nueva realidad musical que se viene construyendo en un movimiento del que hasta el momento sólo se ve la punta de iceberg en la que figuran algunos notorios, pero que está sostenido por un amplio fenómeno de nuevas propuestas que surgen a nivel regional, nacional e internacional.

Todo ese proceso que ha sucedido de alguna manera al margen de proyectos discográficos y editoriales importantes está referenciado por trabajos de diferentes momentos debidos a Zumaqué, Eddie Martínez, Arnedo, Martignon, Almario, Jay Rodíguez,  y que ahora tiene muy diversas manifestaciones en grupos de distinta naturaleza por toda la geografía nacional. En el caso del Caribe nuestro, el proceso de los grupos locales y regionales de jazz a instancias del Festival Internacional de Jazz de Barranquilla, ha generado en los últimos quince  años propuestas que sin duda obedecen a ese deseo de hacer y sentir nuestra música desde diferentes perspectivas, en las que el jazz es a veces solamente una referencia y un procedimiento, sin dejar de mencionar experiencias ya registradas discográficamente como las de los costeños Daniel Moncada, Jorge Fadul, Nacho Nieto, Leo Donado, Bruno Böhmer o Christian Renz. O las cosas interesantísimas del bogotano Ricardo Gallo, o las de Guafa Trío, Bahía y Puerto Candelaria, para mencionar solo algunos.

Uno de estos trabajos, al que hago alusión de Rumbatá Big Band, me sirvió para hacer un par de programas radiales en nuestro espacio de Tiempo de Jazz con Tony Caballero, y para que años después fuera invitado a Barranquijazz en donde realizó dos memorables presentaciones. Este es un colectivo que cultiva con alta solvencia el más exigente lenguaje de la gran banda de jazz para ponerlo al servicio de nuestro más representativo repertorio popular; desde Prende la vela, hasta la Pollera colorá, pasando por Mi Buenaventura y El Sanjuanero. Una experiencia ciertamente excepcional que reúne a músicos colombianos de distintas regiones con exponentes de varios países europeos, que no sólo trabajan música  colombiana sino salsa y ritmos latinoamericanos.

RUMBATÁ - Rumbatá Big Band revisitada

El trabajo, titulado Rumbatá Big Band goes Colombia es el resultado de una impactante experiencia que nos permite redescubrir y valorar a fondo el inmenso tesoro musical que poseemos a través de unos arreglos que amplían y proyectan de manera sorprendente, con el lenguaje jazzístico de la big band de hoy, aquello que siempre ha estado en nuestra música y que sólo nos mostraron una vez Lucho Bermúdez y Pacho Galán con la sonoridad de la big band de jazz de su momento. El mejor momento de la música colombiana en toda su historia.

El gran mérito de este trabajo está en unos arreglos sabios y creativos que dejan intacto el espíritu melódico del tema para luego recrear en su  re-exposición los secretos del espectro armónico en arreglos impecables que se deben a dos colombianos: Jaime A. Rodríguez, Director, Javier Henao, pianista y arreglista, y a los holandeses Marc Bischoff, Gerrit Binkhorst y Willem Friede.

Es nuestra música, sí, pero a través del filtro de una orquestación que logra extraer el jazz de nuestra propia esencia afrocolombiana.

¿Y por qué hago de este disco el motivo de mi columna de hoy? Porque por esos avatares del azar objetivo he recordado esta mañana a Tania Cabrera, la estupenda maraquera de Ovejas (Sucre) ligada a Rumbatá Big Band y a este disco, y ese recuerdo me llevó a manejar esta mañana en mi carro desde mi casa a mi trabajo volviendo a escuchar un trabajo maravilloso sobre nuestra música.

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