Mi selección, perdimos con un equipo grande, ése heredero de la magia del rey Pelé y sus genios, ése que cargó con su historia y presión por ser local, ése que no necesita la mano del árbitro ni de esa mafia FIFA; ése equipo que no debe dejar dudas pero que sí hizo fugar algo de su transparencia. Perdimos con ese fútbol mágico de Brasil; aquel que solo tú exhibiste en este campeonato y con el cual nos imantaste. Te damos las gracias porque en estos días hiciste lo que ninguno de los pésimos dirigentes que tenemos y es convocarnos a tus actuaciones sin maltratar nuestra Fe y optimismo. Con tu encanto, mi selección, nos reuniste en familia, entre amigos, a pesar de las diferencias o tan solo con desconocidos en algún sitio público alrededor de tus partidos; y es que, mi selección, todos queríamos verte, los niños, las amas de casa, hasta las abuelitas alzaron sus brazos y con voces temblorosas cantaron tus goles. Lograste, mi selección, que temas tediosos como impuestos, las injusticias de nuestra justicia, la podredumbre de nuestro estamento y mucho más, pasaran a un segundo plano. Ahora, que se nos acabó el mundial y para muchos, se acabó el mundo, volverán los noticieros a su inicio de titular morboso para atraer aquello del rating y no te presentarán con tus triunfos y cánticos que al más desprevenido y destemplado gozaba interpretando.
Gracias mi selección…y quiero que tengas claro. que muchos esperaremos tu regreso triunfante para recorrer más caminos fructíferos en otros campeonatos hasta el próximo mundial. Y eso sí, mi selección, los niños que hoy gritaron las alegrías por ti dadas, se van con algo que escasea en muchos de nosotros y que tú nos has devuelto: LA ESPERANZA. Gracias.
SE NOS ACABÓ EL MUNDIAL… ¡CARAJO!
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Misiva a mi Selección
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