Hace días que vengo leyendo las columnas que en este portal publica el Señor Iván Gallo, en particular las que hacen referencia, al señor Carlos Antonio Vélez. A grandes rasgos, puedo decir que coincido con la opinión del Sr. Gallo sobre este particular, por lo cual no creo necesario reiterar aquí lo que él ya dijo. Más general y por lo mismo, más proclive a la dispersión, es lo que quiero dejar sentado aquí.
Soy de los que cree que Carlos Antonio Vélez, no es un mal en sí mismo del periodismo colombiano (en especial del deportivo), es tan solo el atisbo de un problema sistemático que aqueja a la “Res Extensa” de nuestros medios de comunicación y, por extensión también, a nuestra Colombia querida.
En la televisión y la radio Colombianas la falta de programas de opinión de corte editorial, inteligente, seria e independiente preocupa; la polémica en temas sociopolíticos es casi nula, cuando no zalamera y acomodada; el acartonamiento, la mojigatería y uso el de modelos norteamericanos (cada vez más en boga) es excesivo. Casi puedo decir que el único espacio abierto a la polémica es el deporte y, por una lógica lóbregamente inversa a la extensión, el futbol. Es aquí en donde aparecen nuestros beatificados polemistas, el más, sin duda, Carlos Antonio Vélez.
Las películas siempre tienen un personaje malo, su corrupción infinita, se entiende a través de algunas constantes sombrías. En la vida real, las cosas funcionan de otra forma, nadie es tan perverso y nadie tan sagrado. Al ser nuestros periodistas deportivos, casi los únicos que dicen lo que creen, lo que sienten, lo que otros callan y ellos no, es evidente que ante la opinión pública, son los más expuestos, al cesar lo que es del cesar. Lo que intranquiliza es que hoy en día, con sociedad de la información y revolución comunicacional de por medio, queda evidenciada la mediocridad, el atraso, la malas costumbres y el subdesarrollo de nuestra prensa deportiva. No es casualidad que mucha gente, entre los que me incluyo, esté siguiendo el mundial y los grandes eventos deportivos con la intermediación de medios deportivos internacionales que, en su mayoría, analizan el suceso bajo la óptica editorial argentina. En el tema de medios y con la TV por cable, las leyes del mercado son incorruptibles, casi inhumanas, y muchos han dado un salto de calidad en lo que al producto televisivo, con temática deportiva, se refiere.
Esto que señalo, ya ha sido detectado por algunos medios, y al parecer se han tomado medidas para salirle al paso. No obstante, lo que se hace desde el duopolio, lejos de mejorar la calidad del producto en cuanto a debate y análisis, la está empeorando. Cada día, es más común ver en las cadenas televisivas y emisoras del duopolio caras bonitas, corrección política y mucho folclor a la hora de hablar sobre futbol. Lo anterior, creo, se hace con el fin de evitar dos cosas: la sobreexposición de los que opinan y las muestras inconformismo por internet frente al desacertado editorial, desde luego, todo esto va en detrimento del único espacio de polémica y debate que hay en los medios de comunicación masivos del país. Aquí se comprueba tristemente la falta de alternativas en nuestros medios, ya que no existe ningún mercado que cumpla su función, porque estamos ante un duopolio; aquí los analistas argentinos no nos salvan la patria, porque ellos no debaten sobre la liga colombiana (otro monopolio); aquí se marca la desagradable tendencia de remover del país todo espacio de opinión independiente, mordaz, irónica e incitante, todo en nombre de una falsa corrección política que profesa abiertamente que el análisis, el debate, la opinión, la polémica, la discusión y el picante generan violencia y división. Esto último es una constante que, en lo personal, noto cada vez que salen del aire programas exitosos como La tele, El siguiente programa, La banda francotiradores, Los reencauchados, y como no, los de Jaime Garzón.
Estoy de acuerdo con que nuestros medios renueven personal. Sí Carlos Antonio Vélez, Iván Mejía, Hernán Peláez y otros cuantos más de esos personajes que representan la arrogancia, la mala leche, el desacierto, y como dijo Pinto, “La Pobreza Intelectual” en los medios de nuestro país, salen de circulación, tienen la puerta abierta, celebraría que por lo menos en algún espacio hemos dejado atrás el pleistoceno en que nos encontramos.
Pero, como dije antes, no todo es tan bueno, no todo es tan malo, la renovación de la prensa deportiva, salvo algunas excepciones en prensa escrita, no da muestras de una mejoría que, en condiciones de mercado, compita con el uso del análisis serio, el intelecto conocedor y el debate de altura, la apuesta pasa por otro lado y tiende al uso de las caras bonitas, el folclor, algo de farándula y pocos conceptos. Esto se da en la mayoría de los casos. Hay otro estilo de prensa que posa de intelectual y no lo es, que le muestra al país rostros de gente en traje de paño y que aparentan diploma de Yale o Stanford, no obstante, cuando hay que opinar y como diría Sartre “Ponerse en peligro”, su capacidad es nula y su liviandad argumental asombra. Esta forma de periodismo, no solo deportivo, parece encarnar en el infelizmente celebre hijo de Carlos Antonio Vélez. En este caso, la inteligencia y la calidad de contenidos de opinión es también muy pobre y la espada la conforman los sets, banners, logotipos y demás, copiados de la usanza postmoderna de los canales norteamericanos.
Está claro que en el país hacen falta más canales, más competencia, mas formas de hacer televisión, en los otros países de Latinoamérica los hay. Sí esto no cambia, el nuevo del periodismo nacional lo seguirán ejerciendo personas como Carlos Antonio Vélez, pontífices encumbrados no por una forma de opinar que genere ascendencia entre la gente, sino por un cónclave entre los Charles Foster Kane colombianos.