Dos nuevos elementos determinarán el desarrollo de la situación política para las elecciones del 2022. En primer término, las consecuencias devastadoras del coronavirus en la economía, en las relaciones sociales y en la política, no solo a nivel nacional sino internacional.
Me parece que tenemos que partir de este hecho objetivo e inobjetable. Haya o no haya vacuna contra el COVID-19, vamos a tener que aprender a hacer política en medio de la pandemia, gustenos o no por un período muy largo, diríamos que por el término de generaciones.
Obviamente este argumento no es para asustar a nadie, sino para asumir como revolucionarios el nuevo escenario de la guerra... política. En este sentido, cobra importancia, de una manera definitiva, el segundo elemento: el programa democrático de los acuerdos de La Habana.
El tratamiento de estos dos elementos va a decidir la confrontación electoral en el 2022. Es decir, la crisis estructural del modo de producción capitalista neoliberal, en Colombia y en América Latina, es irreversible e insuperable con el dominio del sector capitalista financiero en el poder del estado.
Por eso, a dos años de las elecciones del 2022, hay que apuntar a la unidad democrática popular con un programa y con una metodología que nos permita enfrentar a la clase dominante, con perspectiva de triunfo electoral.
Y aquí es donde entra a jugar el papel del Partido Comunista y de la Unión Patriótica. La propuesta de las tesis para el Congreso es la de listas unitarias con voto preferente para el Senado y la Cámara y un solo candidato presidencial de los sectores democráticos y populares.
Hasta aquí viene la propuesta de las tesis. Me parece que falta lo más difícil. El diablo está en los detalles. ¿Cómo vamos a elegir el candidato único a la presidencia para la primera vuelta? Porque todo indica que va haber dos vueltas.
Esa es la pregunta que el partido tiene que proponer. Me parece que no queda otra alternativa distinta a una consulta popular sobre la base de un programa, de los aspirantes a la presidencia, con el requisito de respetar y apoyar el resultado de las urnas.
La experiencia de las elecciones del 2018 deja en claro que, por la vacilación e inconsecuencia de algunos sectores “democráticos” que llamaron a la abstención electoral en el dilema entre democracia popular y fascismo, hoy estamos en manos no solo del coronavirus, sino, para acabar de ajustar, de un gobierno corrupto, violento y criminal.
Desde ya el Congreso del partido debe de asumir la iniciativa de una asamblea nacional de los sectores democráticos y revolucionarios para elegir un candidato a la presidenciaen la primera vuelta. Este es el paso primero que tenemos que dar si de verdad estamos convencidos de la posibilidad real de alcanzar la presidencia en el 2022.
Frente a esta propuesta concreta, la discusión de la situación del movimiento sindical, las discusiones sobre la naturaleza del paro nacional del 21 de noviembre, las posiciones del movimiento agrario, étnico y campesino, de la Unión Patriótica y de Colombia Humana, de los compañeros del Partido del Común y de los demás sectores democráticos y progresistas, sin demeritar su importancia, queda aplazada para que sea la realidad de los hechos políticos la que se encargue de esclarecer las diferentes posiciones de clase y los distintos enfoques políticos de la izquierda.
Por eso la propuesta de unidad de las tesis hay que aterrizarla en términos concretos: una asamblea nacional de los sectores democráticos para elegir candidato presidencial. Esa es la propuesta y hacia este objetivo hay que enfocar todos los esfuerzos, para lo demás hay tiempo de seguir discutiendo.