Muchos dicen que Pablo Escobar era un hombre de palabra. Mentiras, lo único que movía a Escobar era la plata, los negocios. Lehder llegó a ser el hombre clave en el Cartel de Medellín. Desde Cayo Norman, a unos cuantos kilómetros de las costas de la Florida, Lehder inundó Estados Unidos con toneladas de coca. Hizo ganar millones de dólares con mayor eficacia y rapidez a Escobar y sus socios del Cartel de Medellín. Por eso era uno de los hombres esenciales.
Pero Lehder se descompuso. La coca y su deseo de poder le generaron problemas. A Escobar no le gustaba, además, su bisexualismo. Sus fiestas eran conocidas por estar llena de muchachos, la droga y el trago. Además en una tarde en la que Escobar hizo una fiesta en su Hacienda Nápoles organizó un partido de fútbol. Lehder vio pasar a una mujer que lo tenía loco, era la novia de uno de los escoltas de Escobar. Lehder, drogado, abordó a la joven quien le dijo que tenía pareja. “¿quién es?” la espetó, la joven señaló a un muchacho que jugaba en la cancha. Lehder tomó el arma, cruzó la cancha y lo mató. Escobar nunca se lo perdonó.
El 4 de febrero de 1987 realizó una llamada desde su casa y pactó con la DEA para que le cayeran a Lehder en su finca de Barracal en Antioquia, ahí llevaba tres días de rumba. Por eso no sintió los helicópteros. Alcanzó a encaletarse detrás de una pared pero tosió y lo pillaron. Confiado decidió dejarse llevar, sabía que podría sobornar, que en Colombia los narcos pagaban y salían rápido. Pero no, al otro día el gobierno Barco firmó una extradición express con los Estados Unidos.
Treinta y tres años después de estar en las cárceles más seguras del mundo recobró su libertad en Frankfurt. Los gringos rebajaron sus penas por haber atestiguado contra el General Manuel Antonio Noriega.