Sentenciaba Yunis Turbay que Colombia se convirtió en un país poco amigo de los inmigrantes que porque los inmigrantes ejercerían una mala influencia sobre nosotros, según nuestro imaginario. De ahí, que peguemos el grito en el cielo porque digan algo del país como lo que tuiteó aquella ya exembajadora de la UNICEF (ver tuit: http://goo.gl/0hHE3F ) que válgase resaltar, por el mero hecho de ser embajadora de ese organismo sí cobra demasiada relevancia ese tuit y más con esa imagen tan pesada, pero el caso es que esto despertó y dejó ver algo más, y es cuánta irritabilidad despierta en el colombiano el hecho de que hablen mal de estas tierras en el exterior.
No sé si recuerden cuando hace un tiempo, un periodista uruguayo se indignó porque no le pusieron aire acondicionado a un equipo de fútbol de su país que jugó frente a Colombia, y dijo que somos unos perdedores, unos inferiores, unos salvajes, y que todos los triunfos del futbol del país tricolor se han conseguido con dineros del narcotráfico (escuchar audio: http://goo.gl/QpQh8j ). Aunque haya pedido perdón, no hay perdón que valga; el periodista dejó ver su estructura profunda, como diría Chomsky; o en cristiano, peló el cobre. Los rechazos, y las indignaciones sobraron en Colombia porque también pegamos el grito en el cielo, que cómo es posible que digan eso de nosotros, que es inconcebible, que esos qué se creen, y hasta se creó una tendencia en Twitter: #UruguayTeJodimos. No sé qué fue más vergonzoso, si lo que dijo el tipo o lo que promovimos nosotros con ese hashtag, porque tiene un significado de fondo y es que nos creemos superiores a los demás. Queremos que no nos toquen a Colombia. Lo mismo sucedió ahora con lo del futbolista Suárez –precisamente uruguayo –: se promovieron tendencias en las redes sociales completamente denigrantes para con ese personaje: #SuarezAfuera, #SuarezMuerde, #MuerdoComoSuarez, #SuarezMordelon, etc.
Tal vez nos ha dolido una realidad que alguna vez tuvimos, y por eso nos duele que nos la recalquen; con esto me refiero específicamente al tuit de la mona de la UNICEF y hasta a las declaraciones del periodista uruguayo. De Colombia, el imaginario siempre ha sido que somos consumidores de cocaína, narcos, putas, y así por el estilo; no es gratuito que Medellín, por ejemplo, sea un sitio turístico sexual. Es cierto, esa historia nos ha marcado, pero en lugar de ofendernos tan puerilmente por el hecho de que nos llamen así o nos etiqueten de esa forma, por qué con nuestros actos no demostramos lo contrario… pero no, somos felices reproduciendo el pasado con series y telenovelas de narcos y prepagos. Se dice que quien no conoce la historia, está condenado a repetirla, pero yo creo que ya conocemos muy bien esa sucia historia como para que nosotros mismos les demos el rating a esas producciones y después nos ofendamos porque nos tachen narcos o ‘sopladores’.
Los extranjeros tienen imaginarios de nosotros y nos escandalizamos por eso, pero por qué no nos escandalizamos por los imaginarios que tenemos entre nosotros mismos. Esos imaginarios al interior de un país de por sí dividido, sí que es dañino.
Yunis también decía que entre nosotros hay un rechazo mutuo; hay una endogamia cultural, lo llama él. Los paisas no salen de Antioquia, los chocoanos del Chocó, los bogotanos de Bogotá y así sucesivamente. Y en eso influye la misma geografía de Colombia, la economía, las políticas absurdas como los peajes carísimos y cosas por el estilo, pero más allá de eso, ya tenemos imaginarios entre nosotros mismos y por eso tampoco nos gusta mucho relacionarnos con “el otro”.
Tenemos el imaginario de que los costeños son unos perezosos; por eso, nada que ver con los costeños, dirían los paisas, los rolos, los upitas, u otros.
Tenemos el imaginario de que los paisas son manipuladores y estafadores; por eso, nada que ver que los paisas, dirían los de otras regiones. Tenemos el imaginario de que los rolos son orgullosos, ‘creíditos’ y ‘agrandados’; por eso nada que ver con ellos, dirían los del resto del país. Unos imaginarios estúpidos. Lo mismo sucede con la supuesta brutalidad y torpeza de los pastusos.
Pero es mucho más vergonzoso y dañino que personajes de gran influencia reproduzcan ese regionalismo al ir en contra de los antioqueños, como el columnista de El Espectador, Ramiro Bejarano, quien tuiteó que (sic) “La selección Colombii está donde está porque la "despaisaron" Si estuvieran Bolillo y su gente nos habrían elminado y Farid no habría jugado” (Ver tuit: http://goo.gl/yI26go ). Si eso piensan personas supuestamente inteligentes, sobresalientes y críticas como él, imagínense ustedes el regionalismo tan verraco que habrá entre la gente del común.
Somos ajenos al otro, al otro de adentro y al otro del exterior. Nos creemos superiores sin jamás haberlo sido. Superiores al extranjero, al que está fuera de las fronteras colombianas y al que está dentro de ellas.
Cuña:
-Fernando Londoño seguirá de columnista en Las 2 Orillas. No simpatizo en lo absoluto con el señor, pero bueno, hay que acoger a esas orillas opuestas. Hay que democratizar también los medios.
-Santos firmó decreto para que todos los jóvenes accedan al servicio de salud. La cuestión es a qué clase de servicio están accediendo.
@TiiagoMolina
[email protected]
Facebook.com/SantiagoMolinaVr
lainfoalternativa.blogspot.com