“En una época de campos radicales, el futuro de los que siguen aprendiendo, los que ya aprendieron, se encuentran equipados para vivir en un mundo que ya no existe” (Eric Hoffer).
La palabra universidad nace en dos espacios históricos y geográficos diferentes. Desde el punto de vista historiográfico, la primera universidad se nace en el siglo VIII después del era común en la península arábiga fundada por Fátima, hija del profeta Mahoma. La segunda vez, nace en el territorio europeo alrededor de los siglos XII y XIII. Esta última, derivada como una organización, una entidad, o una institución de enseñanza superior que entre sus ideas centrales está la libertad de cátedra y el otorgamiento de grados académicos. Proviene etimológicamente del latín, la universitos magistrōrum et scholārium que significa comunidad de profesores académicos. “Una universidad vale, sobre todo, lo que vale su personal docente e investigador” (Comisión de propuesta para la reforma y mejora de la calidad y eficiencia del sistema universitario español, 2013).
Ahora bien, tomando como derrotero a la universidad colombiana y emulando las directrices del Ministerio de Educación Nacional, una universidad es una entidad que tiene tres líneas bases: docencia, proyección social e investigación. Eso quiere decir, que toda institución debe de tener estas tres variables sino es otro garaje más. De ahí, la importancia como eje dinamizador que posee la universidad frente a la pos pandemia. En efecto, la universidad es el pivote del mejoramiento de las competencias gruesas y blandas de los estudiantes que con sus destrezas sortean como solucionan las problemáticas de un mundo que tiende a ser globalizado y a potencializar un aparato productivo frágil que posee el parque empresarial colombiano. “En el pasado, el conocimiento servía a los propósitos de la economía y del desarrollo. Hoy, el conocimiento es la economía” (George Siemens).
Es decir, la universidad al otorgar títulos ofrece señales de las competencias de sus egresados. De igual modo, su apoyo a la proyección social configura y revitaliza su entorno inmediato en la reconfiguración de los actores sociales. “La universidad es discusión, es efervescencia, no es pensamiento único" (Alberto Kornblihtt). Lo anterior sin olvidar que la investigación como trasformación y contribución al acervo científico del país genera valor agregado en los bienes y servicios apoyando la competitividad de los agentes económicos. Acotando que no necesariamente ser una institución de educación superior IES significa ser una universidad acreditada, en virtud que la segunda es “el proceso de acreditación de alta calidad se refiere fundamentalmente a cómo una institución y sus programas orientan su deber ser hacia un ideal de excelencia, y pueden mostrar alta calidad mediante resultados específicos, tradición consolidada, impacto y reconocimiento social” (CESU, Acuerdo 03 de 2014), donde en Colombia son muy pocas.
Como bien dijo Jorge Luis Borges: “la universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la Universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la prensa”.
Precisamente, las universidades colombianas con algunos lunares o mejor, con excepción de varios garajes que se dicen universidad hasta el momento han podido enfrentar a la pandemia. “Hay pocas cosas terrenas más hermosas que una universidad: un lugar donde los que odian la ignorancia pueden luchar por el conocimiento, y donde quienes perciben la verdad pueden luchar para que otros la vean" (John Edward Masefield). Sus profesores, muchos de ellos sin competencias frente a la precariedad instalada, innovan en aparatos o instrumentos frente a la pandemia. “Los académicos son estudiantes que nunca crecieron, personas que desean ser estudiantes toda la vida” (Henry Rosovsky). De igual manera, hasta el momento, han podido mantener en promedio sus nóminas y eso se agradece aunque también el empleado se da cuenta de quién es su empleador.
No obstante, hay IES que han eliminado investigación porque es un “gasto innecesario” frente a la contingencia. Evidenciando el roto que son porque una IES obligatoriamente debe de generar docencia, proyección social e investigación sino son otro colegio más. “Los saberes no son definitivos, también es posible pensar que la universidad no es el centro del saber absoluto. Una universidad que se divorcia de los problemas de su tiempo es un claustro" (Arnaldo Guédez).
Para terminar, la universidad es un ambiente pedagógico en el cual se puede reducir un poco la ignorancia y en consecuencia ofrece la posibilidad con adquisición de conceptos y categorías con los cuales pueden dinamizar la realidad contribuyendo en la mejorar de la calidad de vida de los individuos, de la ciudad en su conjunto. “La bendita universidad dio para todo. Dio para entender el amor y la barbarie, para una sorpresa tras otra, para descuartizar la fe de un monje y concebir la de un pagano. Dio para crear villanos y para reconstruir héroes y dio, es de esperar que siga dando, gente empeñada en pensar la verdad como una mezcla de verdades, el acuerdo como una consecuencia del respeto, la tolerancia como una virtud, la duda como la más ardua y sensata de las virtudes. Hemos de desear que la vida guarde a tan generosa universidad porque dio para cumplir los sueños que nunca soñamos y para sembrar los que aún no cumplimos" (Ángeles Mastretta).