Todas las decisiones sobre la salud son de carácter político, por tanto pueden apoyarse en conceptos científicos o no, y las medidas son del orden social, preferentemente tomando en cuenta la realidad del geopoder en las naciones. Es decir, no son al azar y basándose en intereses determinados, donde usualmente los derechos humanos no son el origen de la gobernanza en países con regímenes neoliberales.
Así ocurrió con la declaratoria de pandemia por la OMS en cuya sede, Ginebra, la gente disfruta cómodamente del verano. Y ello tiene una explicación, la Organización Mundial de la Salud es una entidad privada financiada preferentemente por la industria farmacéutica y Bill Gates, cuya misión no es de ningún modo establecer sistemas públicos de sanidad que garanticen el derecho de esta a toda la nación.
Al decretar al unísono los Medios Masivos de Desinformación (MMdeD) que existía un virus absolutamente mortal se creó un pánico generalizado y toda voz que exigió un análisis reflexivo sobre el papel perverso que cumplen esta herramientas políticas de propaganda fue acallada.
Sin embargo, hoy ya se ve la debacle económica para la población en general, excepto para la banca, laboratorios, bolsa, pensiones, armamentismo y multimillonarios, quienes han obtenido inmensas ganancias.
Los datos sobre letalidad comienzan a ser cuestionados y por ello nuevamente los MMdeD, controlados por las grandes agencias, con cerca del 85% de la información internacional, inician la nueva campaña del terror anunciando virus extraterrestres, la segunda ola, la imposibilidad de abrazarse, olvidando que las primeras cifras hablaban de la destrucción de la humanidad y más de ochenta millones de muertes, lo que no ocurrió.
Un argumento absurdo, acientífico, es el pánico sobre los fallecimientos en EE. UU., que son aproximadamente 115.000 de 320 millones de personas. Cabe anotar que tiene una población con cerca del 40% con sobrepeso, enfermedades asociadas, sedentarismo crónico, etc. Y el virus ya existía desde el año pasado, disimulado en una presunta crisis de vapeo o cigarrillos electrónicos causantes de enfermedad pulmonar.
Actualmente en Colombia, además de obligar a permanecer en casa, lo que implica gravísimos problemas económicos y de salud integral superiores al COVID-19, la gente no tiene acceso al movimiento, la luz solar, la vida cotidiana, los afectos, sin contar con que el hambre mata en el mundo solo en un mes más de toda la suma total por esta infección.
La medida más cruel es la de "recomendar" a la gente que saque su dinero de las corporaciones privadas de pensiones para que aliviane las ganancias de estas y deje en el desamparo a la ciudadanía o la hipoteca "inversa" para definitivamente finiquitar los "abuelitos". Además de endilgar la culpa a la pandemia, el gobierno podrá pedir empréstitos o sacar el dinero que pertenece constitucionalmente al pueblo para supuestamente resolver lo del coronavirus.
Afortunadamente las naciones soberanas con un alto grado de solidaridad al aplicar las medidas transitorias previniendo el contagio y con medidas de bioseguridad de sus nacionales respetadas plenamente han logrado revertir la tendencia. Ello indica prevención y cuidado, testeo, identificación y más libertad.
La pregunta principal es: si ningún gobierno privatizador se ha preocupado nunca por su gente, ¿por qué ahora, que es tiempo de negocios, se convierte en un acompañante de "abuelitos"? La respuesta es clara y las matemáticas elementales no mienten.