Han recurrido a plásticos, carpas, palos y cuerdas para cobijarse. Desde hace meses su ya difícil situación en Colombia se agravó cuando la cuarentena obligatoria impuesta por el Gobierno les llevó a suspender las actividades que realizan para ganarse la vida.
Son repartidores, vendedores ambulantes, limpiadores… la mayoría vive del trabajo diario e informal. Residían en alojamientos temporales a los que pagaban diariamente. Sin embargo, sin la posibilidad de salir a la calle, sus ingresos se acabaron y muchos de ellos quedaron sin techo.
Ahora, a falta trabajo, vivienda y comida, buscan regresar a Venezuela, donde al menos tienen un lugar donde vivir. Sin embargo, el retorno se dificulta después de que el Gobierno venezolano limitara la entrada de sus ciudadanos a 400 personas diarias para controlar la pandemia de Covid-19.
Entre tanto, el Gobierno colombiano y las distintas Administraciones locales no han dado un apoyo concreto a los migrantes, sumidos desde hace meses en una discusión sin fin sobre de quién es la responsabilidad de ayudarlos.