Desde el principio de la cuarentena, hace tres meses, el pastor Arrázola y su esposa, se han mostrado muy triste porque no han podido abrir las puertas de su iglesia en Cartagena. Arrázola, como tantos otros evangelistas, no cree en las vacunas, ni en el virus. Debe ser que se está tomando lo mismo que Miguel Bosé. Cree que el Coronavirus es una estrategia de Bill Gates para meter nanorobots que nos controlen y por eso ya ha hecho carrera eso de que él ni sus feligreses se vacunarán cuando llegue la vacuna.
No, a Arrázola y a la mayoría de pastores de este país lo único que les importa es llenar sus jarras con billetes como se vio en un grotesco video hace unos años.
Duque la tiene dura, esa gente la escogió a él, fueron en su mayoría sus votantes. Que no se les olvide el papel que cumplió la iglesia en las pasadas elecciones presidenciales. Ellos están presionando, como no, necesitan que siga la fiesta de la fe, volver a meter a la gente en un espacio cerrado como es una iglesia, para que entreguen sus monedas. Además Arrázola es un aliado indiscutible del uribismo o si no recuerden como celebró el triunfo del No en el plebiscito
Por eso la iglesia necesita con urgencia ser abiertas antes que los teatros por ejemplo. La cultura no da un solo voto, los pastores son los grandes electores. Es apenas lógico que ellos presionen al pobre presidente. Es triste pero se abrirán primero las iglesias que los teatros. Me imagino que en algunas ciudades pequeñas, donde nunca se ha respetado el aislamiento, estas nunca cerraron, siempre funcionaron. Es que el negocio no se detiene jamás.