A partir de este artículo, los jóvenes de la Legión del Afecto estarán reportando para LAS DOS ORILLAS, su expedición por un maravilloso paraíso de biodiversidad, agua y riquezas naturales, pero marcado por las violencias y el olvido: es el territorio comprendido entre San Vicente del Caguán y el municipio de La Macarena.
Transitar y recorrer Colombia durante los últimos decenios ha sido muy difícil por las múltiples violencias, la estigmatización de territorios y comunidades, el desplazamiento forzado, el control militar de diferentes ejércitos, el estado de las vías y los costos del transporte. Muchos de nuestros caminos fueron transitados por el dolor y la muerte y hoy los transita el olvido, el miedo y el resentimiento. Volver a recorrer el país desde los balcones de la esperanza y del amor por sus gentes, por la biodiversidad, por sus historias y costumbres, es un anhelo que se vislumbra como una realidad en un país que quiere sentir y disfrutar la paz en la vida cotidiana.
Uno de estos caminos olvidados, pero llenos de la esperanza y la fuerza de sus comunidades, es el que transcurre entre san Vicente del Caguán y la Macarena, entre los departamentos del Caquetá y el Meta. Esta bella y privilegiada tierra donde nacen ríos; donde se encuentran paraísos reconocidos por la humanidad como caño cristales; histórica despensa agrícola del suroccidente colombiano; cuartel y campo de batalla de todos los grupos armados; donde se ha encontrado petróleo y desde hace años también es conocida como la “zona de litigio” entre dos departamentos hermanos. También es un territorio habitado por comunidades que anhelan ser reconocidas por el país por lo que son y lo que sueñan: como personas que desde sus territorios buscan la paz, la reconciliación y el perdón sin impunidad, que les permita salir del círculo trágico de los 100 años de soledad, como bien lo documenta la obra de Gabriel García Márquez.
La Legión del Afecto (iniciativa financiada por la Dirección de Programas Especiales del Departamento para la Prosperidad Social – DPS), tiene por objetivo visibilizar liderazgos de jóvenes en condiciones de alta vulnerabilidad o víctimas de diversos tipos de violencias, para que sean ellos mismos quienes lideran acciones comunitarias cargadas por un profundo compromiso con el país y sus comunidades. Estas acciones se expresan desde el arte, la música, el teatro, y otras expresiones que como “lenguajes alternativos”, permiten diálogos e intercambio de saberes con comunidades en ámbitos urbanos y rurales, con el objeto de desmontar “barreras invisibles”; “guerras bobas”, y tensiones generadoras de violencias e irrespeto a la dignidad humana y deterioro de la biodiversidad.
En este contexto la ruta se propone como un afectivo abrazo de acompañamiento las comunidades de San Vicente de Caguán, San Juan de Lozada, los Pozos, Las Delicias, San Francisco de la Sombra, Playa Rica, La Macarena y La Cristalina de Lozada; recuperar la esperanza, resaltar las biografías de los pobladores, homenajear liderazgos anónimos que generan el amor por los territorios; ritualizar con actos sublimes (indistintamente de la concepción religiosa para que la vida no se nos haga vana o trivial) los sitios del terror y el dolor; sacralizar (como una conexión profunda con lo sublime y lo trascendente) los ríos, el agua y los bosques para que no sean devastados por los proyectos extractivos.
Sera una bella expedición de más de 500 jóvenes de los mal llamados del “no futuro” de distintas partes del país, que vestidos con trajes típicos de las regiones y máscaras alegóricas a la rica fauna de la selva, recorrerán estos caminos de la esperanza acompañados de tambores, gaitas, fuegueros, malabaristas, obras de teatro, danzas y música. Se espera acompañar a cerca de 5.000 familias campesinas que habitan este territorio.
