La disyuntiva entre si seguir en cuarentena o reactivar la economía comienza a hacer una discusión más que frecuente en el debate nacional, pues después de tres meses en confinamiento las necesidades ya aparecer, el Estado se empieza a quedar sin capacidad de respuesta y las preocupaciones sobre el futuro económico del país se convierten en el tema principal del gobierno.
Y aunque las medidas de aislamiento son las más efectivas para prevenir las muertes y no colapsar el sistema de salud, lo cierto también es que no se puede concebir más tiempo de detención en la producción y postergar la activación de la economía nacional pretendiendo creer que el Estado colombiano está en la capacidad de financiar por más tiempo las carteras de las empresas y los subsidios a los miles de desempleados y personas en estado de vulnerabilidad, ya que es evidente que la pobre económica colombiana que apenas empezaba a emerger se devasto con la pandemia y que donde no se tomen medidas prontas para su activación será muy difícil recomponernos en un futuro.
Las cifras económicas ya nos advierten lo que nos espera y el panorama no es para nada alentador:
Desde diciembre del año 2019 el desempleo se encontraba sobre el 10% (el más alto en 5 años, hasta ese entonces) y para marzo de este año (cuando apenas llegaba el covid-19 al país) el desempleo ya se contaba sobre el 13%. En la actualidad la tasa de desocupación alcanzó el 19,8% -más de 5 millones de personas se quedaron sin empleo en abril- ; en las 13 principales ciudades de Colombia llegó a más del 23% .
Según la Superintendencia de Sociedades, hay 2.700 firmas en proceso de insolvencia –reorganización y liquidación–, y solo por culpa de la pandemia esta cifra se podría duplicar en 2020. En plata blanca, más de 2.600 empresas adicionales terminarían en este proceso.
Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de estas empresas que entraron en la quiebra son PYMES, es decir, pequeñas y medianas empresas las cuales generan el 81% del empleo del país y contribuyen en el 35% del PIB. Como ejemplo: Los gremios de bares y restaurantes calculan que 10.000 compañías han reportado que van a cerrar definitivamente.
Lo anterior explica el aumento desmedido en la tasa de desempleo al que se suma un índice de informalidad laboral del 47%, razones que dan paso a que se estimen 7 millones de nuevos pobres, personas cabeza de hogar que vivían de algún mínimo pero que fueron despedidos de sus empresas o personas que trabajaban en la informalidad, del rebusque, del día a día y a quienes el confinamiento les disminuyo considerablemente sus ingresos.
El gasto de los hogares perdería más de 8%, es decir que habrá menos consumo. Se comprará estrictamente lo necesario.
El Gobierno también confirmó que el producto interno bruto (PIB) de este año caerá 5,5%, es decir, la peor contracción en la historia del país.
Lo que agrava la situación es el hecho de que la deuda externa del país se posiciono en 49,8% del Producto Interno Bruto, lo que significa un alza, tiendo en cuenta que en diciembre se reportó un porcentaje del 42,7%. Esto lo que quiere decir es que la mitad de lo que el país produce, la riqueza de la nación (PIB) se tiene que destinar en pagar las deudas que ha adquirido el país con otras naciones y bancos mundiales.
La razón de la recesión esperada tiene que ver con el doble choque externo generado por la pandemia del coronavirus y la fuerte caída de los precios del petróleo, que se traducirán en menores rentas para el Estado, así como gastos más altos. Pero también por un desempleo que venía creciendo en los últimos años.
Si sumamos entonces la futura quiebra de las PYMES que traerá consigo un preocupante aumento del desempleo y perdidas al PIB, más una contracción del 5,5,% y un aumento en la deuda externa que ocupa la mitad de nuestras riqueza nos damos cuenta que empezar a hablar de activación económica es prioridad si no queremos tener una inminente crisis nacional. Valga agregar también el fenómeno de la corrupción que desvía miles de millones del fisco público a bolsillos particulares.
Hasta el momento el gobierno nacional ha destinado 15 billones de pesos para la atención de la pandemia esto es el 2% del PIB, al compararlo con países semejantes al nuestro como Perú en donde se destina el 10% de su PIB, nos damos cuenta que Colombia está muy por debajo.
En relación a lo anterior generan muchas dudas ciertos acontecimientos que han puesto en tela de juicio si el dinero está siendo bien utilizado. El gobierno ha destinado una serie de créditos blandos para las pymes. Sin embargo, este dinero se está haciendo por intermediación de la banca privada y han sido varias las denuncias de empresarios que alegan que los bancos les están negando estos créditos. El escándalo del ingreso solidario también deslegitimo la credibilidad de estos subsidios tras descubrir que hasta los muertos se beneficiaban.
Como vemos se tendrá que volver prioridad para todos empezar a debatir en torno a la economía del país pues es un improvisto pretender que sigamos en confinamiento total con un país que se hunde cada vez más en su miseria económica consecuencia de años de malos gobiernos que han encaminada el pseudocapitalismo criollo a la dependencia de hidrocarburos que dejaron al país sin producción de donde financiarse.