Hoy quiero relatarles algunos casos que ilustran lo que ha sido la atención médica que he podido prestar como médico general durante esta cuarentena, casos que no tienen relación con el virus covid-19 pero que si están ligados con la cuarentena, con el encierro, con el miedo, para llegar a una reflexión final con el ánimo de aportar un grano de arena y cambiar las conductas que hemos adoptado.
“S” es una amiga que duró 15 días con diarrea, sin querer consultar a ningún médico por el temor al contagio con el virus. Finalmente hablamos por teléfono y con una simple conversación el cuadro clínico era tan evidente, tan preciso, que diagnosticar una amibiasis no fue difícil. Pocas horas después, una vez iniciado el tratamiento, la diarrea había desaparecido y daba lugar al deseado bienestar. ¿Valieron la pena esos 15 de sufrimiento y temor?
La casa de tablas, cartón y zinc alberga a la señora de 90 años y a su hijo “P” a quien atendí por un dolor de rodillas que le impedía trasladar el agua para sus necesidades cotidianas. Tampoco iba al médico por temor. Pero el relato va más allá de eso, cuando llegué unos días después encontré colgado en un cordel un diente, al que la noche anterior, con valentía que muchos no tendremos, le ató un cordel y se lo arrancó ante el dolor tan intenso que sentía. El hombre relata el hecho con una sonrisa amable y sincera.
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El medicamento quedó guardado en la farmacia esperando ser entregado, porque la paciente deterioró y murió por el miedo a recogerlo e ir a la clínica a que se lo administraran
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La angustia se refleja en la voz de la hija de “A”. A su madre le diagnosticaron poco antes de la cuarentena leucemia linfoide aguda. El medicamento quedó guardado en la farmacia esperando a ser entregado, ya que la paciente deterioró y murió por el miedo a recogerlo e ir a la clínica a que se lo administraran.
Aunque este sí es de oídas, la paciente con varios días de dolor abdominal, ya tenía peritonitis cuando llegó al hospital. Ya no se pudo curar y murió. Llegó tarde por el temor al virus, no la mató el virus, sino el temor a él.
La vereda en zona rural bananera está compuesta por minifundios. Pequeñas casas campesinas con fogones de leña, televisión a color y mangos cayendo por doquier. Allí pudimos ver entre otras: escabiosis, hipertensión arterial, epilepsia, diabetes, embarazo e incluso la preocupación estética en una campesina de 65 años por un lipoma en el dedo de la mano. Personas que requerían consulta médica, las que ya estaban diagnosticadas para ajuste de dosis de medicamentos, otras para prescripción de tratamiento, o simplemente para dar tranquilidad. No van al pueblo cercano por el encierro más que por el miedo. ¿Justifica que la epilepsia esté descontrolada, así como la diabetes, produciendo más daño en el cuerpo? No lo creo.
Finalmente (quedando muchos relatos por fuera) “G”, pensionada, fue profesora de español, ahora predicaba la palabra, con ánimo y éxito. Hace una semana entra en depresión profunda al ver como sus amigas van sufriendo de lo mismo por las medidas adoptadas ante el virus y por el pánico creado.
Las estadísticas covid-19 no reflejan ni las muertes prevenibles por otras causas, ni las complicaciones de las enfermedades diferentes, creadas por falta de atención médica y mucho menos el sufrimiento desencadenado. Me sumo a muchos que ya dan una voz de alerta, “las medidas adoptadas son más perjudiciales que el virus”. No solo en lo social y económico. La salud que se pretende cuidar, empeora visiblemente. Es hora de volver no solo a reactivar la economía, sino a la atención médica plena, dejando centros específicos para la atención del covid-19.
Posdata: Muertes por covid-19: 3.2 % del total de casos detectados. O 0,0018% del total de la población Colombiana, -929 casos de muertes en 49 millones de colombianos-. ¿justifica la severidad de las medidas adoptadas? Sabiendo todo lo malo que han creado estas medidas.
Médico. Medicina del alma