A finales de los noventa uno de los jugadores más rápidos y temidos del fútbol colombiano era Andres Chitiva. Sus gambetas eran una locura y como era de Millonarios pues buena parte de los colombianos lo detestaban. Es que era una pesadilla. Había nacido en Bogotá en 1979 y ya en 1991, después de ser el pelado que más meleaba en el colegio pasó a formar parte de las divisiones inferiores de Millonarios. Ahí duró ocho años hasta que, a lo 21, Jorge Luis Pinto le dio la oportunidad. No decepcionó. Su corte hongo, sus diabólicos amagues, su contundencia, lo convirtieron en un ídolo absoluto de Millonarios.
Después de un partido en la devaluadísima Merconorte en el 2001, Andrés fue contratado por el Pachuca mexicano. Entonces no era un equipo poderoso, la importancia del bogotano es que potenció un equipo con el que obtuvo 6 titulos e incluso llegó a la final de una Copa Suramericana que perdería contra el Colo-Colo.
En la selección no tuvo las suficientes oportunidades, no todas las que merecía. Solo jugó y fue figura en el torneo Esperanzas de Toulón con el equipo de Reinaldo Rueda que llegó a la final en el 2000.
A los 32 años su rodilla dijo basta, justo cuando se aprestaba a regresar a Millonarios después de destacarse en equipos tan exigentes del futbol mexicano como América y Atlas. La lesión acabó con su carrera pero después arrancó como ejecutivo del Pachuca. Es que ya lleva ocho años dedicado a cazar talentos. Vive allá, siendo adorado por una de las aficiones más fieles que se recuerden. Andrés Chitiva es un tipo preparado, excelentemente hablado, una persona sin ninguna tacha y siempre con su bajo perfil. Millonarios lo extraña un resto.
Si han olvidado la magia de Chitiva miren por favor este video: