Del año en que Colombia "ganó un mundial de fútbol" o del liderazgo y la cosecha

Del año en que Colombia "ganó un mundial de fútbol" o del liderazgo y la cosecha

Dicen que cuando el alumno está listo, el maestro aparece

Por: Diana Muñoz
julio 01, 2014
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Del año en que Colombia

Un evento tan –colectivamente- emocionante como nuestra primera copa en un mundial, hace reflexionar sobre qué es exactamente lo que nos genera tanta felicidad, pues no es la satisfacción altruista por el seleccionado y su técnico. Nuestra exaltación, está claro, es por algo que va más allá del mero hecho de ganar por ganar. Esta felicidad la sentimos como la sentimos, porque literalmente es personal.

Así, hay una pregunta clave para hacerse en cualquier evento de nuestra vida, pequeño o grande, triste o alegre. Sí, incluso ante los acontecimientos gozosos, hay que hacérsela, porque hay que recordar que en esta vida “todo pasa”. Y creo que todo cuanto nos sucede, tiene un sentido cuyo propósito es aprender y expandir nuestra conciencia en pos de la mejor versión de nosotros mismos.

La pregunta relevante es ¿para qué? Ya sabemos por qué ganamos este mundial. Los que sí saben de fútbol ya lo anticipaban y seguramente en los días subsiguientes a este triunfo se seguirá documentando el porqué.

Para llegar al Para qué, la primera cuestión que surge es ¿Qué nos une? ¿Qué es lo que hace este sentimiento tan propio, si no éramos quienes jugábamos en la cancha? Esta felicidad viene en forma de orgullo, de sensación de progreso, de un lucro emocional, que no tiene ¡precio!

Sólo puede haber sensación de orgullo con aquello con lo que nos identificamos. Es una identidad que va mucho más allá de haber nacido en esta misma tierra.

Incluso es pertinente preguntarse, ¿cuál es el espíritu del triunfo? Y me atrevo a decir, que más allá del logro, la felicidad más grande por parte del seleccionado es invaluable e incuantificable: es el sentirse héroes, es el habernos dado esta dicha. Así, esta gloria tiene que ver con dar amor, con la conquista de los corazones.

Creo que la selección puede verse como esa colectividad que representa el alter ego de la conciencia de nuestra sociedad, y la selección se constituye en la manifestación de la categoría de conciencia que anhelamos tener.

En el juego ante Uruguay, era tan natural nuestra elegancia y madurez, resultado de la internalización de la filosofía del trabajo en equipo inducida por Pékerman, que era muy difícil evitar el sentimiento de certeza de victoria -previa al encuentro-, puesto que al creer firmemente que la vida premia a los merecedores, esa victoria ante ese rival estaba escrita.

Así, tras el triunfo forjado, limpio y merecido de este mundial, solo puede haber una filosofía de amor, entrega y liderazgo.

Dicen que cuando el alumno está listo, el maestro aparece, pero resulta que también funciona en el otro sentido. Así, no es casualidad que hoy se junten la sabiduría de Pékerman y la madurez emocional de un equipo tan joven.

José Pékerman representa el espíritu del liderazgo -el servicio- y la evidencia de que los años de experiencia, sí se reflejan en sabiduría, cuando han sido vividos con trabajo, confianza, amor y sensatez, todo esto demostrado en su vida a través del camino recorrido de adversidad tras adversidad superada.

En su niñez y en su entorno familiar vivió la adversidad económica, sin embargo fue atravesando por ésta, cuando a los quince años fue descubierta su habilidad e inició su carrera futbolística. Años más tarde, el rompimiento de los ligamentos de su rodilla lo dejaría inhabilitado para jugar, teniendo que regresar a Argentina, donde con rabia e impotencia miraba -desde el taxi que tuvo que manejar para sobrevivir- los campos donde se jugaba fútbol. Tenía claro eso sí, que esa situación sería temporal. Todo pasa.

El liderazgo es un proceso que toma tiempo. “Cuando las futuras responsabilidades del liderazgo son especialmente difíciles (o el líder potencial es particularmente testarudo), Dios usa el paso del tiempo para el proceso de maduración. Además permite las tribulaciones. Mientras mayor es la tarea que hay por delante, más difíciles son las tribulaciones. (…) Sólo en las pruebas la gente descubre la naturaleza y profundidad de su carácter.”(1)

Pékerman, durante sus 64 años, ha venido atravesando este proceso, y así mismo nuestra conciencia colectiva materializada en la actual selección. Es decir, en esta victoria se proyecta nuestro más profundo anhelo de triunfo y reconocimiento, como recompensa por las aflicciones de nuestros personales procesos.

Así, esta copa, para recordar que el éxito y su satisfacción asociada, exige liderazgo. Para recordar que, a pesar de los obstáculos, hay que mantener intactos nuestros anhelos, y sobre todo que éstos sean incluyentes con los demás, que sea a través de conquistar los corazones de los demás, que conquistemos nuestros sueños.

(1) John C. Maxwell. Los 21 Minutos Más Poderosos en el Día de un Líder.

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