Desde que estamos viviendo tamaña tragedia, ha sido recurrente que el gobierno chino - el partido comunista - eluda dar explicaciones diáfanas al mundo sobre el manejo que le dio al virus que brotó en su territorio convertido en la pandemia que nos devora.
Lo único que se sabe en cuanto al origen, casi con certeza, es que mutó del murciélago herradura a los humanos por el consumo que de éste hicieron personas en el mercado de mariscos y animales exóticos de Wuhan con gustos tan raros como el mismo animal, esas mismas que engullen sin escrúpulos lo que se les atraviesa, en especial especies salvajes. Otros, como es el caso del presidente Trump y su Secretario de Estado Pompeo, andan empecinados en desmentir esta versión y demostrar que el Coronavirus Covid 19 realmente salió del laboratorio de los inquietos científicos chinos. Sea lo uno o lo otro seguimos envainados.
A cambio de pronunciarse Xi Jinpimg, aunque esto es utópico que lo haga, sin tapujos ni misterios, sobre lo que realmente ocurrió desde el inicio y aceptar los errores inducidos por su dictatorial partido en el manejo del mortal virus y la información que debía dar. Errores que desencadenaron la expansión vertiginosa de la devastadora pandemia que ha dejado más de 376.000 muertos en 195 países y que tiene a la economía en cámara lenta, en estado de emergencia, y a los gobiernos de estos países haciendo piruetas para reactivarla. Con disposiciones tan simples e irresponsables como las que ha tomado el inexperto joven gobernante aquí, empujando a la gente a las calles – a la clase media y a los menos favorecidos- para que no se entuman en el encierro y salgan a costa de contagiarse a producir y a gastarse los pocos recursos conseguidos.
No obstante los artificios que utiliza Xi Jimping para eludir su carga en todo esto, el mandatario responde, como viejo mecanismo de defensa, con amenazas comerciales a las potencias que tibiamente (Canadá, Reino Unido, Australia, Alemania, entre otras) cuestionan y piden explicaciones convincentes; excepto EE.UU., el imperio, que bajo el liderazgo de Trump ha sido vehemente en vísperas de elecciones – quien sabe si esto le sirva para reelegirse - y contundente aplicándole sanciones y limitaciones. No solo por este hecho sin precedentes, sino por la intervención que hará la dictadura China en Hong Kong, antigua colonia británica, para acabar con la poca libertad y autonomía que le quedaba frente a Pekín.
El gobierno chino, cada vez más cuestionado en el mundo, no podrá pasar de agache su responsabilidad por la tragedia que pudo haber evitado si hubiera atendido las voces de sus médicos anunciándola, la mayoría de estos fallecidos por el mismo Coronavirus y sí, hubiera informado urgentemente al mundo para estar con las botas puestas y contener el mortal virus.
La agencia Associated Press (AP) publicó en días pasados un informe del departamento de Seguridad Interior de los EE.UU., que dice: "China ocultó intencionalmente la gravedad del virus entre tanto incrementaba la importación de material médico y frenaba las exportaciones". Es evidente que China mintió negando la trasmisión del virus entre humanos, silenciando a los médicos que hablaron del letal virus y destruyendo pruebas de laboratorio; según los resultados que dieron las investigaciones realizadas por la alianza de inteligencia Five Eyes (Cinco Ojos), integrada por EE.UU., Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Austria; así lo informó recientemente la agencia Reuters.
Con todo y esto, la incertidumbre continúa, no sabemos si el Coronavirus desparezca por arte de magia antes de que esté lista la vacuna como lo señala el experto epidemiólogo italiano Giuseppe Ramuzzi en su increíble teoría. Lo cierto es que, mientras China esquiva responsabilidades y sus ayudas para resarcir al mundo son mezquinas. Sin vacuna a la vista todos seguiremos expuestos al contagio… ¡A cuidarnos hoy más que nunca!
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