Dado que ahora denominan lo social como capital, conviene conocer trabajos como los de Briq, Institute on Behavior & Inequality, con su instrumento Global Preferences Survey, GPS, que debería ayudar a ubicarnos, orientar nuestro destino hacia la equidad y descongestionar a la sociedad, siguiendo también las señales de tránsito del Global Mobility Index, GSM (WEF, 2020).
El crecimiento anuló la redistribución; un chantaje que perpetúa y refuerza las diferencias, sometidas a los caprichos humanos y la naturaleza de los ciclos económicos. Dado que esto aplica para nuestras ideas y emociones, convengamos que ciertas preferencias y reacciones provocadas por el riesgo, el tiempo y la interacción, nos identifican/distinguen y condicionan.
En particular, destaco la documentación del diseño y procesamiento del GPS; además, puede navegar y explorar comparaciones. Mediante una autoevaluación, y determinados escenarios, los ítems de la encuesta comprenden la paciencia (cortoplacismo), la propensión al riesgo, la reciprocidad (retributiva y punitiva), el altruismo (voluntario) y la confianza (si los demás actúan con buenas intenciones).
Los hallazgos, publicados en The Quarterly Journal of Economics (2018), fueron heterogéneos entre los 76 países incorporados a la muestra. En el global, la impaciencia y la falta de reciprocidad, el riesgo y la competencia, incrementan la inequidad; también el altruismo, quizás por ser un simple paliativo.
Colombia tiende a ser impaciente y cortoplacista; neutral al riesgo, aunque la agobia la incertidumbre; se mueve entre la indiferencia y la desconfianza; no se inclina a ser altruista, y, de un extremo a otro, pondera más el castigo que la recompensa. Este retrato podría explicar por qué estamos inconformes y nos preocupa el futuro; a punto de estallar, llevamos 200 años haciendo borrón y cuenta nueva; no sabemos qué queremos o nada cambia porque las elecciones van a la fija con los mismos; vivimos encerrados, empantanados entre noticias malas, y vemos la paja en el ojo ajeno; desconfiados, en condiciones normales no concertamos, cooperamos ni somos solidarios.
Conectando puntos, destaco que, pese a la manifestación de los ítems de reciprocidad, en los barómetros de opinión hay una persistente percepción de permisividad e injusticia; asimismo, la incertidumbre y el cortoplacismo, deberían reflejarse en la contención crediticia, aunque la presión económica deja en una sin salida a los colombianos. Y en el ámbito de la caridad, tal como en los ranking de competitividad, Colombia hace parte del rango medio, ocupando la posición 49 entre 126 países, según el World Giving Index (CAF, 2019).
Finalmente, la ruta hacia la prosperidad colectiva se ralentiza por la inequidad, anclada al espejo retrovisor de los antecedentes socioeconómicos, siendo absurdo que el trancón lo lidere Dinamarca, requiriendo 2 generaciones para avanzar hacia el nivel de ingreso medio (Fair Wage Distribution. GSM, pg. 65), medida engañosa en nuestra región. A propósito, Colombia está en la parte baja (Gini 49.7, pg. 64), 65 entre 82 países.