Al introducir el presupuesto de la Medellín Futuro, Quintero lo presentó como el “más alto en la historia de Medellín”: el más alto para el “mejor plan de desarrollo de la historia” y el “más ambicioso de la historia”. En el discurso de Quintero los absolutos son frecuentes y con él siempre hay un antes y un después. No es cuestión de vanidad, solo es capacidad de gestión dirán. Aunque sí resulta cierto que el presupuesto global resulta siendo el más alto que se haya presentado, al momento de ponerle lupa a las líneas de inversión, sectores priorizados y principales apuestas de ciudad, la cosa cambia.
Es evidente que el discurso alternativo con el cual Quintero se hizo elegir cada vez queda más arrinconado en una visión de ciudad que en mediana perspectiva conjuga el modelo de seguridad instaurado por Federico Gutiérrez, con una dosis de inteligencia artificial, vigilancia masiva (desde la plataforma Medellín me Cuida) y una propuesta de Valle del Software que, según Yamid López (director del Observatorio Económico de Antioquia), insertará a Medellín en el escalón más bajo de la cuarta revolución industrial para que ofrezca “mano de obra barata para las grandes empresas multinacionales del software”.
El alcalde y el concejal del movimiento independiente Alex Flórez presentan el presupuesto como lo más alto en la historia de Medellín, pero olvidan aquel viejo refrán de los campesinos antioqueños, el diablo está en los detalles. Pues el alcalde que llegó montado sobre los hombros de un discurso alternativo e independiente reduce el presupuesto a los sectores sociales que más lo apoyaron en campaña electoral, mientras incrementa en cerca de 500.000 millones de pesos el presupuesto en seguridad. Tampoco propone un enfoque diferencial o étnico, ya que la comunidad LGTBI y la población indígena que habitan la ciudad aparecen prácticamente invisibilizadas.
De Quintero su independencia cada vez queda más en entredicho ya que los medios (especialmente los nacionales) han puesto de relieve los vasos comunicantes de algunos de sus hombres de confianza con sectores políticos tradicionales, especialmente del Partido Liberal. El ejemplo más directo es su secretario de Hacienda, Óscar Hurtado, perteneciente al Partido Liberal, quien parece que saldrá bien librado del escándalo en Metrosalud que lo involucra con un supuesto tráfico de influencias, un nombramiento amañado y un favorecimiento a la empresa de seguros de su familia.
El que se empieza a fragmentar en su discurso alternativo porque parece que los sectores que más salen perdiendo dentro de su plan de desarrollo son precisamente los que sustentan lo alternativo. Así lo ha venido dando a conocer el concejal verde Daniel Duque (que parece ser el único con la capacidad de hacerle un margen de oposición a Quintero). Al revisar cada una de las líneas de inversión del plan y compararlas con las proyectadas en la pasada alcaldía de Fico Gutiérrez, el concejal encontró lo siguiente en los presupuestos:
- Mujeres pasa de un 0.29% a un 0.25%
- Juventud pasa de 0.24% a 0.22%
- Medio ambiente pasa de 1.56% al 1.16%
- Cultura pasa del 1.8% al 1.5%
- Deportes (Inder) pasa del 2.5% al 1.9%.
- La paz ni tiene un presupuesto autónomo.
Lo contradictorio es que muchos de esos sectores, que ahora van a ver sus presupuestos reducidos, apoyaron a Quintero y fueron la base de su propuesta alternativa. Ahora ven con desilusión como en el Quintero alcalde se torna más evidente su cercanía con las viejas prácticas de la política tradicional (con investigaciones, contratistas cuestionados y secretarios enredados) y que su visión de ciudad es lo más cercano a un Fico versión 2.0, solo que con más big data, software y vigilancia masiva.