Es triste ver como el viejo carriel se ve involucrado en juegos políticos actuales, donde la difamación y el desmerito es la mejor manera para tomar ventaja de un bando u otro, y justo en un momento tan complejo de la historia de Colombia, se da termino a un proyecto de mucho tiempo, engendrado por una nueva generación de guarnieleros (fabricantes de carrieles), entiendo que se ha discutido en un momento donde nos urgen otras leyes, es verdad que llega hasta esta instancia gracias al centro democrático y al vínculo que tiene la senadora Paola Holguín y el representante a la cámara Juan Espinal con Jericó Antioquia, pero el carriel no tiene la culpa, él no le pertenece a un partido político, no le pertenece a arribistas ni a uribistas, el carriel le pertenece a Colombia heredado de por nuestros abuelos, campesinos honestos y trabajadores que pusieron en nuestras manos el legado de ser buenos montañeros.
El carriel a estado ahí, surge donde la memoria no lo ha registrado, solo podemos hurgar en las etimologías y similitudes con otros elementos igual de antiguos, procedentes de lejanos lugares, pero no tenemos la certeza de ninguno de ellos, los bolsos de mano han existido desde la prehistoria, cargando pequeñas herramientas de uso cotidiano o de supervivencia (siendo la supervivencia también cotidiana) , y no solo eso, también carga elementos que dan cuenta de sus creencias, elementos fuertemente vinculados a los sentimientos y la espiritualidad, tal vez tótems protectores, tal vez cabello del ser amado, ¿cómo no se va a convertir en algo importante este preciado bolso?, ¿Cómo no va a ser replicado por los viajeros, comerciantes y aventureros?, si queremos buscar orígenes para el carriel no los busquen en Estados Unidos u Holanda, estos países no existían cuando elementos similares viajaban por el mundo, siendo cuidados como un valioso tesoro.
Hoy esta particular bolsa de cuero recibe un reconocimiento nacional como elemento patrimonial, y se convierte en un blanco de críticas, frente a lo que representa, inclusive poniendo en duda su originalidad colombiana, nada complicado ya que su origen no tiene una historia oficial, tal vez nunca encontremos el eslabón perdido que vincule el Carriel con su antecesor extranjero, pero de lo que estaremos seguros es que la recursividad y creatividad de nuestros ancestros paisas dio origen a algo único, un diseño que nos habla de una identidad propia de una región, porque tan importante es el carriel como todo lo que lleva dentro, una gran cantidad de pequeñas piezas, que como las piezas del más fino reloj, al unirlas finamente forman la identidad del paisa, ese montañero que no solo era Antioquia, también es Caldas, Quindío, Risaralda y parte del Tolima y otra parte del Valle del Cauca, región que fue prospera gracias al café con el que el carriel tiene un fuerte vínculo histórico y patrimonial.
Ahora los tiempos han cambiado y esto es inevitable, son pocos y viejos los que le dan el uso original al Carriel, pero representa lo que fueron los abuelos, campesinos que con esfuerzo y trabajo fuerte formaron una cultura, que forma parte de las múltiples e igualmente valiosas que tiene nuestro país.