Menudo 2020. Recién despegando el año y ya nos hemos obligados a parar y a aterrizar. Han sucedido eventos extraordinarios: la salida de Reino Unido de la Unión Europea, el asesinato ordenado por Trump del general iraní, los desastres naturales en muchos países y el salto que no dio la rana lo hizo el nuevo coronavirus: el COVID-19.
Expertos dicen que estamos en la tercera guerra mundial y otros, que en el cisne negro... sin duda alguna no se equivocan. Es la primera pandemia moderna que ha paralizado el planeta, sobre todo la especie humana porque el mundo sigue para los otros animales y sin nosotros en el juego han tenido más libertades y relevancia. Me gusta pensar que todo lo que estamos viviendo es para que hagamos en nosotros un cambio brutal, pero para una transformación verdadera en el ser humano es necesario leernos o interpretarnos como especie y como parte de la naturaleza. Para una verdadera rebelión o revolución es preciso filosofarnos, filosofar nuestra especie y nuestra realidad; es decir, pensar y pensarnos. ¿Pero estamos listos para eso? ¿Es posible que se efectúe ese cambio en la especie humana?
Este nuevo coronavirus nos ha adelantado como 5 0 10 años del futuro. Ahora se abre paso con más fuerza la tecnología artificial, la automatización y el mundo digital o el espacio digital; ya se están dando esos grandes desafíos y la mejor forma de afrontarlo es reinventarnos. El planeta ha cambiado y nosotros no podemos seguir siendo los mismos, debemos ser diferentes por nuestro bien. Este año es la disrupción de la década 2020 a 2030 y sin miedo a equivocarme digo que será definitivo para esa década. En el 2020 será el fin del imperio de Estados Unidos o la caída de la era de los Estados Unidos; la nueva superpotencia podría ser en asiática (China, Japón, Corea del Sur o Taiwán) o europea (Alemania, Rusia o países nórdicos).