Tan inútil como en el Congreso virtual (y presencial) de Colombia, la Asamblea Mundial de la Salud se contagió de recriminaciones y, al final, nada importante ocurrió.
La Unión Europea demostró que solo funciona en las buenas, Estados Unidos está pensando en las elecciones y China sigue manipulando datos, saboteando reglas o conquistando países. En río revuelto, como tantas organizaciones que ostentan sellos de calidad, la OMS necesita que le “pongan la firma” para disimular su falta de independencia y excelencia.
Aunque la OMS aceptó que auditen su gestión de la pandemia, no habrá consecuencias y tampoco un hito refundacional. Matizó su incompetencia culpando por negligencia a otros actores y dejó indefinido el inicio de dicho proceso, que involucrará a las aviesas firmas de consultoría/auditoría, cuyo tratamiento es peor que la enfermedad, comoquiera que han sido cómplices de otras pandemias, como la corrupción.
Ciencia infusa, las universidades enseñan sus "modelos" y, atravesando puertas giratorias, se difunden empaquetados como "best practices", que catalizan la implosión de reconocidas organizaciones. Empezando siglo ocurrió con Enron (World's Most Admired Companies, Fortune) y recientemente Lagarde, presidenta del BCE, fue vinculada a paraísos fiscales (donde evaden impuestos y lavan dinero mal habido), como Socia de Baker & Mckenzie y miembro de la Junta Directiva de sus subsidiarias (Offshore Leaks Database).
Asimismo, fue revelada la minimización de los costos migratorios y los derechos humanos en EE.UU. (McKinsey’s Rules. Propublica, 3/12/2019), y Luanda Leaks dejó expuesta a la mujer más rica de África, hija de un expresidente de Angola, quien presumía haber construido su fortuna a pulso aunque apropió recursos derivados del petróleo y los diamantes, entre otros rubros, mediante un entramado de empresas fantasma que también involucraban a Boston Consulting Group y PwC (How U.S. Firms Helped Africa’s Richest Woman Exploit Her Country’s Wealth. NYTimes, 19/01/2020).
Adicional a lo anterior, proyectando la pospandemia, firmas como HAY, Manpower y Adecco, seguirán usufructuando fallas legales y morales. Sus reformas laborales, salariales y tributarias, eliminarán a los sindicatos, terminarán de ridiculizar el mínimo y las garantías, y maximizarán la inequidad (It’s Time to Act. FU.SE, 2019).
Ahora, las consultorías y auditorías incluyen hasta “hacking ético”, si es que eso es coherente; compensan el silencio de quienes denuncian, en términos que dejan todo impune. De lo antedicho, respecto a las firmas, destaco 3 cosas: la arrogancia; el ocultismo y el cinismo de sus innovadoras "malas prácticas", según devela la expresión “Anotado […] y modificaremos el borrador” (NYTimes, 19/01/2020); y sus conflictos de interés, con todo tipo de empresas y gobiernos.
Por estos lados, han influido en el disfuncional gobierno Duque (Reimaginando a Colombia, McKinsey & Company), cuya falta de discrecionalidad también se reflejó durante la pandemia, pues se limitó a esperar y después imitar; por demás, su "decretón" dejará devastada a las próximas generaciones, que necesitan una nueva Constitución.
