Recientemente, la alcaldesa de Bogotá dijo: “La prioridad de Duque es reactivar la economía, perdí esa discusión”.
Pues yo le respondo, no, Claudia, lo que perdiste fue a Bogotá, a su ciudadanía y, para mayor calamidad (por tu proyección nacional), a una parte de Colombia.
Constante divagas y te contradices. Como un pez en un acuario cambias de rumbo a cada momento y con tu ánimo camorrista y tu prepotencia siempre culpas de tus fracasos a otros, en especial al presidente Duque, quien con altura se traga tus ataques, te comparte sus logros y es la locomotora que pone en marcha a este país (que con alcaldes y gobernadores como tú es difícil de mover en el rumbo correcto).
Imitando a Clinton te digo: es el hambre, estúpida. Y actualizando a Camus agrego: llegó el día que todos salen por hambre a tratar de salvar sus negocios naufragados por tu deseada cuarentena absoluta.
Ya no podrás revertir esa corriente que arrasará a quien se le ponga por delante, no estamos en China.
Tú y otros mandatarios locales que pregonan el encierro hasta final de junio, en lugar de haber aprovechado el tiempo inicial del aislamiento del 24 de marzo al 11 de mayo para, además de los preparativos sanitarios (los cuales se hicieron y tal vez fueron excesivos), hacer una planeación y pedagogía ciudadana para realizar un retorno ordenado a la normalidad desde ese día, fallaron.
Según Johan Giesecke, epidemiólogo arquitecto de la respuesta de Suecia a la pandemia, país donde se diseñaron unas restricciones mínimas que dejaban al ciudadano como responsable de sí y de su entorno: “No importa lo que uno haga, todos se van a contagiar de COVID-19”.
Quien se cuida reduce las posibilidades de su propio contagio y de ser agente difusor del COVID-19 y esta es la medida que usted, los mandatarios con ánimo carcelero y los epidemiólogos (expertos en curvas de contagio pero ignorantes de la dureza del hambre y del paralizar la economía) no lograron entender. Por ende, en un futuro muy cercano serán ustedes los que deban responder por los estragos causados, no por el virus, sino por la cuarentena.
Es que para ustedes, los políticos prohibicionistas, el virus fue una bendición para solazarse con sus restricciones de destrucción, no de las economías, sino de los pueblos. No son las economías las que sufren y pasan hambre, son los pueblos y uno a uno todos los ciudadanos.
Tú con seguridad no aprendiste de pedagogía de tu madre.
A quién se le ocurre si no es a ti decir que no llevar tapabocas es un crimen y penarlo con tu enfoque punitivo y negativo, cuando se debe hablar de modo positivo sobre su inmenso beneficio y establecer la pedagogía para difundirlo (al igual que se hizo con el lavado de manos y el distanciamiento social), tarea que ya tarde pretendes iniciar, pero aún así con tu carácter dictatorial.
La etapa de preparación logística ya se cumplió. Se falló en preparar a la ciudadanía para cumplir de modo responsable con la nueva civilidad del vivir. Eso conllevará sobre ustedes la responsabilidad de cualquier rebrote del virus mayor al que ya se ha vivido.
No necesitamos nuevos confinamientos, solo medidas pedagógicas muy bien diseñadas, incluso forzosas para quienes les cueste entender los beneficios de actuar de modo responsable.