¡Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa! Y una cosa es que a nivel mundial muchos sectores de la economía están listos o cercanos a iniciar actividades, y otra cosa es que se materialicen los clientes y estén dispuestos a comprar bienes y servicios. Veamos como ejemplo la industria de los cruceros: el 19 % de los pasajeros tiene entre 60 y 65 años, precisamente el segmento de la población más vulnerable al covid-19. El segundo problema es que el negocio de los cruceros, al igual que la de los parques temáticos, está basado en contacto muy cercano de las personas, ya sea en las zonas comunes, de recreo o de alimentación. Precisamente los barcos están diseñados con cabinas diminutas y algo incómodas para incentivar a que los pasajeros no pasen mucho tiempo en ellos y se desplacen es a los lugares comunes de la embarcación a consumir. La pregunta del millón es que mientras no se encuentre una vacuna o una cura, ¿cuántos clientes estarán dispuestos a volverse a subir a los cruceros a estar con miles de personas totalmente desconocidas?
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Durante décadas las aerolíneas se han dedicado a apretar la mayor cantidad de pasajeros en el menor espacio posible para maximizar sus ingresos
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Otro caso particular es el de las aerolíneas. Durante décadas las aerolíneas se han dedicado a apretar la mayor cantidad de pasajeros en el menor espacio posible para maximizar sus ingresos. Hoy, dichas empresas a nivel mundial (porque el caso de Avianca no es el único) están pasándola mal y casi la totalidad de ellas han acudido a sus gobiernos para solicitar ayuda. El problema que van a tener esas empresas, aún el día que los gobiernos las autoricen a volar, es si los pasajeros regresen a tener que estar durante un tiempo importante a pocos centímetros de los otros pasajeros. Creo que las autoridades deben obligar a estas compañías a guardar una silla entre pasajero y pasajero.
Finalmente, un comentario respecto a la estrategia de precios diferenciales que utilizan las líneas de cruceros y aéreas, y los hoteles, que en esencia son algoritmos que lo que buscan es que el precio sea el “más alto que aguante el marrano”. Si realmente quieren que los usuarios regresen, van a tener que ser bastante más considerados en materias de precio.
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Apostilla: No suelo entra a foros de lectores, ni mucho menos de aquellos en los medios en que escribo. Sin embargo, voy a romper esta regla para referirme a un presunto joven cobarde e ignorante que hace gala de su incipiente fascismo. Se trata de un sujeto que comenta mi última columna, obviamente como en la mayoría de los foros sin firmar y poner foto. Desconociendo las más de dos mil vistas al artículo, Tesla se pregunta: “¿Será que este viejo cacreco se va a dar cuenta algún día que a nadie le importa un pepino lo que piensa???”
Digo que Tesla es cobarde, porque mientras yo firmó y pongo mi foto, él se esconde bajo la anonimidad de un seudónimo y ni siquiera se toma el tiempo de poner su foto. Afirmo igualmente que Tesla es ignorante cuando insinúa que el ser cacreco está íntimamente ligado a ser viejo. O sea que solo los viejos son cacrecos. La primera definición de cacreco en el diccionario de la real academia de la lengua española es dicho de un mueble: Desvencijado, estropeado. Otro significado de cacreco en el diccionario es dicho de una persona: enclenque. Cacreco es también que se logra, realiza o resuelve con mucha dificultad. Tesla posiblemente no se da cuenta que los años más productivos del hombre son en su vejez: “Un estudio del New England Journal of Medicine encontró que la edad más productiva en la vida del ser humano llega entre los 60 y 70 años. Le sigue la de los 70 a 80. La tercera es de los 50 a los 60. La investigación señala que los premios nobeles tienen una edad promedio de 62 años.” Para ilustrar algo más el caso, posiblemente la Asamblea más importante del mundo financiero es aquella de Berkshire Hathaway, el vehículo inversionistas manejado por “dos viejos cacrecos”: Warren Buffet de 93 años y de su socio, Charlie Munger, de 96 años.
Finalmente Tesla es un incipiente fascista, uno de esos que argumentan progresismo y tolerancia, pero simultaneamente exigen silenciar a los viejos, reclamando el derecho de expresión exclusivamente para los jóvenes.
