Para ahondar este tema con rigor debemos mencionar previamente que es pertinente hablar de economía fraterna cuando se está en presencia de un Estado en vía de desarrollo, o mejor aún, cuando se está en presencia de un país que padece serios problemas sociales por la carencia de oportunidades, la inequidad y la pobreza. Y es allí donde encontramos el sentido de dicho concepto: el objetivo central radica en consolidar un sistema económico que permita una mayor igualdad de oportunidades y una real integración social dentro de todos los actores económicos de la sociedad, es decir, entre el gobierno, los empresarios, las agremiaciones, las cooperativas y los empleados, con miras a mejorar la calidad de vida de todas las personas, principalmente la de los menos favorecidos, sin incurrir en el repugnante odio de clases.
Verbigracia, en Brasil e Italia se ha hablado de un concepto semejante al de economía fraterna, empero, en dichos países se ha denominado ‘economía de comunión o solidaria’ según la cual se pretende integrar a los empresarios en la cultura de dar, poniendo en común sus utilidades para conseguir tres objetivos específicos, los cuales son: sostener a través de proyectos el desarrollo de personas y comunidades que se encuentran en la indigencia; extender la cultura de dar como precondición para alcanzar un desarrollo integral, así como una economía solidaria; y, tal vez el más importante para la coyuntura actual de Colombia, que radica en desarrollar a la empresa privada, creando más puestos de trabajo que incrementen la productividad, fijando previamente unas mejores condiciones salariales y prestacionales que generen riqueza para los trabajadores y para los empresarios, pues lo verdaderamente importante es que todos ganen y se sientan felices por ello.
Luego de mencionar lo antecedente, concretamente, a título personal definimos la economía fraterna como aquella que pretende implementar un equilibrio social en un sistema económico determinado, cuyo único objetivo es el de alcanzar una efectiva equidad por vía de la generación de oportunidades y de la integración social con todos los sectores del país, para lograr así el anhelado bienestar social.
De esta manera, se busca que a todos les vaya bien —trabajadores, agremiaciones y empresarios— sin que haya odio de clases entre los mismos, dado que, el objetivo macro es crecer económicamente, sin atacarse entre sí.
Nos tiene que quedar claro que para hablar de crecimiento económico es fundamental consolidar el sistema que plantea la economía fraterna; ese mismo en el que todos cabemos y en el que todos progresamos según nuestro conocimiento específico. Asimismo, debemos tener presente que para lograr los objetivos del desarrollo sostenible del año 2030 es menester pensar en los postulados de la economía fraterna y solidaria. Pues sin estos jamás lograríamos un sistema justo, amigable e incluyente con los menos favorecidos.
Adenda: La crisis por consecuencia del COVID-19 debe llevarnos a la reflexión, pero, principalmente, a la solidaridad. Por ello, hoy más que nunca, es menester pensar en la economía fraterna, la cual nos invita a tres cosas: Primero, ayudar a quienes lo necesitan. Segundo, apoyar a los mipymes. Tercero, consolidar un progreso —para todos— sin odio de clases, a fin de que Colombia pueda, mínimamente, recomponer sus finanzas y su aparato productivo. Sin lugar a dudas, recuperarnos de tamaña calamidad nos tomará muchos años, dado que, el retroceso en estos meses ha sido enorme.
Pero, debemos tener presente que para lograr el objetivo es fundamental unirnos todos, porque no hay lugar a la división. El trinomio de gobierno, empresa privada y sociedad debe enfocarse a un mismo propósito: superar los efectos nocivos que nos dejó el COVID-19.