Las campañas electorales se adelantaron. Entre los candidatos más populares están Jorge Robledo, Rodolfo Hernández, Sergio Fajardo y Gustavo Petro. Esto se debe a la baja popularidad del presidente en ejercicio: el mandatario nos deja ver su falta de experiencia en política con su incapacidad de resolver problemas.
Como se ve, Duque le está entregando la presidencia en bandeja de plata a la oposición, justo en un momento donde está claro que Colombia no quiere otro jefe de Estado de derecha. De hecho, candidatos tan distintos como Gustavo Petro y Sergio Fajardo sacan el máximo provecho de cada salida en falso del gobierno nacional.
El primero es un estadista que por su sorprendente oratoria y capacidad de vender ideas se ganó por quince años un merecido lugar en el Congreso, que por otros méritos fue alcalde de la capital y ahora es líder de la oposición. El segundo es un intelectual que ha dedicado una buena parte de su vida a la academia, un idealista que sueña con un país mejor y que con su discurso se ha ganado a los jóvenes de clase media.
A menos de que pase algo inesperado, uno de estos dos candidatos está llamado a tomar posesión el 7 de agosto de 2022. Este será un cambio sin precedentes para el país que siempre ha estado gobernado por la derecha, que tiene una de las economías más estables de la región y que cuenta con grandes recursos naturales.
En lo personal, creo que Gustavo Petro sería la persona apta para ocupar esa silla: un hombre que desde los 17 años quiso combatir la desigualdad del Estado autoritario de la época, que luchó para ganarse un puesto en la sociedad, que no olvida sus orígenes y que se identifica con el típico colombiano: el que tiene que trabajar de sol a sol para poder llevar el sustento a su familia, que no se puede enfermar, que vive al día, que tiene que recurrir a la informalidad para no morirse de hambre, que gana un salario mínimo, que es explotado por no tener experiencia laboral, que gasta millones en educación y no consigue trabajo... el colombiano resiliente que llevamos todos adentro, ¡el colombiano que está leyendo esto!