Sumado a la histórica miserable costumbre de robarse los recursos de nuestros impuestos por parte de la clase política, el Covid-19 les cayó como anillo al dedo, como otra excusa para no cumplir sus funciones o extralimitarse en las mismas. Solo es con ver los más de 70 decretos expedidos por el presidente de la República expedidos bajo la figura de Estado de emergencia que no tienen revisión por parte de la Corte Constitucional que es la que determina si se ajusta a la carta magna o no.
Esto da por demostrado el abuso de poder del ejecutivo sobre el poder legislativo. Si bien es permitido por el articulo 215 de la Constitución Política de nuestro país, hay unos mínimos que no se pueden modificar por parte del ejecutivo por su mera voluntad, como lo es el decreto 538 que obliga a los médicos a prestar servicio sin pago ni garantías laborales ni de bioseguridad, el presidente está violando al constituyente primario y por consiguiente a la Carta Magna.
Y esto, nos lleva a otra pregunta, ¿Dónde están los recursos de este país?, ¿a quién o a quienes se les debe el dinero que producimos o nos gravan en impuestos?, o ¿Donde esta la plata de los prestamos a instituciones monetarias internacionales?, ¿Dónde está el presidente aclarando esto? Por que modifica el cuerpo normativo para salvar empresas por encima de los habitantes del país?
Y una posible respuesta es que, tanto el presidente como la mayoría de congresistas son socios en empresas multinacionales extranjeras, entre ellas, la muy mencionada Avianca, donde la hermana del presidente es accionista. Y esto se menciona ya que, el congreso debería estar sesionando como hacen en otros países, semipresencialmente. Esto con el fin de corregir las injurias que se cometan con los decretos que se expiden y se expedirán, y intentar direccionar las reformas hacia la mayor parte de la población, a las más populares, y no, como esta sucediendo, que utilizan la emergencia para seguir robando utilizando los poderes que les han sido delegados por los ciudadanos del país.
Es que, hay que ser muy miserables para no tener consideración ni en medio de una crisis mundial. Y salir en los medios de comunicación a decir que el grueso de la población debe salir a trabajar, cuando las grandes élites se quedan en casa.
Por consiguiente, y a manera de conclusión, el coronavirus no debe ser una excusa para no realizar los controles políticos pertinentes, para abusar de los poderes concedidos con el principio de buena fe, debe ser, por el contrario, la oportunidad de cambiar viejas costumbres, malignas, de aprovecharse de las necesidades de los más vulnerables, sino más bien, apoyarnos los unos a los otros como prometen en campaña pero vilmente incumplen.