¿En serio este presidente se ha ganado el respaldo incondicional a todas sus decisiones? Por ahí andan diciendo que las medidas del gobierno colombiano son de las mejores del planeta. Para ser honestos, las medidas han sido simplemente las “menos peores” en comparación con el manejo desastroso de muchos países del primer mundo. Pero los adeptos al gobierno no solamente exigen respaldo incondicional, sino también gratitud; según ellos, todos los colombianos debemos estar agradecidos con la gestión de Iván Duque.
¿Quién puede confiar en Duque cuando en plena crisis por covid-19 se gastó más de 9 mil millones de pesos en renovar su flota de carros blindados? Plata que hubiera servido para comprar insumos de protección para el personal médico sanitario.
Finagro, los carros blindados y el aislamiento inteligente no son hechos aislados. Permítanme recordarles otras perlas: ¿Se nos ha olvidado que Duque convirtió las ayudas económicas a pequeños empresarios en regalos a los banqueros con el polémico decreto 444? ¿Se nos ha olvidado que Duque intentó desautorizar los simulacros de cuarentena de todos los alcaldes y gobernadores? Y la irresponsable demora en cerrar los aeropuertos merece un párrafo aparte.
El pasado 21 de abril, Iván Duque se quiso lavar las manos con el asunto del aeropuerto. Pero el análisis de los primeros datos confirma algo obvio: la propagación del COVID-19 no empezó en Colombia, fue una desafortunada exportación que llegó montada en vuelos internacionales. De los primeros 100 casos cronológicamente confirmados, el 65% fueron viajeros provenientes del extranjero. Ninguno de los 10 primeros fallecidos de Colombia contrajo la enfermedad en el exterior, está confirmado que siete de ellos se contagiaron por tener contacto con recién llegados del extranjero. Obviamente, un manejo diferente de los aeropuertos y vuelos internacionales hubiera permitido una contención más acertada del virus. Pero Duque quiere que olvidemos ese detalle y que no pidamos claridad sobre su posible conflicto de intereses para no perjudicar la empresa en que trabaja su hermana, María Paula (Vicepresidente Senior de relaciones estratégicas y experiencia del cliente de Avianca).
Y a pesar de todo lo anterior, los amigos del gobierno nos siguen pidiendo que creamos en la buena fe del presidente. Yo creo que lo más conveniente es todo lo contrario. Lo que necesitamos es que haya más espacios en medios masivos para quienes difieren de las medidas del gobierno nacional. Necesitamos conocer los modelos matemáticos de otros epidemiólogos que no han constatado ningún aplanamiento de la famosa curva. Es necesario que los gobernadores y alcaldes hagan y divulguen sus proyecciones locales, que nos reporten constantemente cómo avanzan sus respectivas ampliaciones de infraestructura hospitalaria. Eso nos ayudaría a entender las implicaciones en el plano local de los decretos que alegremente saca la presidencia. Ahora que vamos a entrar a una etapa donde se va a permitir mayor movilización en la calle y que más personas van a estar expuestas al contagio, es cuando más necesitamos debates más abiertos e incisivos sobre las futuras medidas del gobierno.