Kodokushi a la colombiana

Kodokushi a la colombiana

El fenómeno japonés en el que las personas mueren en soledad y no son descubiertas durante mucho tiempo no parece lejos de ocurrir en nuestro territorio

Por: Mateo S. Ortega
abril 21, 2020
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Kodokushi a la colombiana
Foto: Pixabay

Hace unos días me enteré de la noticia de Nueva York. En definitiva, la edad contemporánea necesita repensarse. El reportaje se asemejaba a la falsa crónica de Camus que hoy en día todos quieren leer y entender. Pero aquella solo es ficción. El golpe de realidad radica en lo deshumano del acto de sepultar hileras de cadáveres sin reclamar —en una ciudad que suele hacerlo desde hace años—. No obstante, además de la depreciación de la vida misma, la pandemia nos ha mostrado la otra cara de la parca: morir en soledad.

Morir es un hecho inevitable, pero las condiciones en las que se vive antes de fallecer eran menos relevantes hasta ahora. En el presente nos damos cuenta de lo cruel de morir sin la presencia de tus seres queridos, sin un funeral “convencional” y de una forma inesperada. La pandemia nos abrió los ojos y nos demostró que la soledad es un tema que merece atención, principalmente para la tercera edad de muchas generaciones. Sin embargo, las enfermedades epidémicas son transitorias. Tendremos que superar nuevas olas de contagio para seguir con nuestras vidas corrientes e ir perdiendo, poco a poco, la sensibilidad humana. Lo que quedará será la soledad, que seguirá acompañando nuestras vidas. A continuación, explico por qué, al menos en el caso colombiano.

Empezaré mencionando el fenómeno del Kodokushi que ha causado un impacto relevante en Japón. Se trata de un problema social donde hombres y mujeres adultos mayores mueren solos en sus residencias sin que nadie se dé cuenta hasta que sus vecinos sienten el hedor de la carne humana descompuesta. Norimitsu Onishi relató para The New York Times este fenómeno desde la experiencia de los ancianos que conviven en un complejo de apartamentos en la ciudad de Matsudo.

Si bien las muertes solitarias en la tercera edad no representan un problema para el gobierno de Colombia, existe una verdad que merece atención: nuestra población ha envejecido más de lo esperado. Según proyecciones elaboradas en el Censo Nacional de Población y Vivienda 2018, en 2020 existirían cerca de trecientos setenta mil adultos de 60 años en adelante más a lo que se pensaba hace 15 años (en las proyecciones del Censo 2005 para 2020).

Por otro lado, cada día los colombianos son susceptibles a vivir solos. En 2018 los hogares unipersonales representaron cerca del 19%, un aumento del 7% respecto a 2005. Aquel incremento fue mayor que en los hogares de 2 y 3 personas. Así pues, de las más de dos millones seiscientos mil personas que viven o vivían solas, el 31% fueron adultos mayores (más de ochocientos veinte mil). Por supuesto hay ciertos aspectos no contemplados en estos datos como: i) las personas que no pudieron ser efectivamente censadas, ii) aquellas aisladas en Lugares Especiales de Alojamiento (LEA) como cárceles o casas de reposo o iii) personas que residen solas, pero cuentan con acompañamiento externo de familiares o conocidos.

El género también juega un papel importante en la tendencia de vivir solo: en 2018 a nivel nacional se registraron más mujeres que hombres de 60 años en adelante viviendo en hogares unipersonales. En total se reconocieron 461.023 frente a 366.837. En cuanto a los departamentos, en Guaviare y Putumayo se presentaron los picos más altos de hogares unipersonales habitados por hombres (29% y 28% respectivamente), mientras que para las mujeres se registraron en los departamentos de Putumayo (26%) y Casanare (20%).

Adicionalmente, las proyecciones nacionales para la tercera edad pintan un escenario desolador. En el mediano plazo, la población de adultos mayores crecería paulatinamente del 13.5% en 2020 al 14.8% en el 2023 según el Dane. En el largo plazo, de acuerdo con Cepal [1], el pico más alto de población se presentaría en 2050, con una proporción de adultos de 60 años en adelante del 27%. Para el 2100 aumentaría al 40%. A partir de estas proyecciones, el índice de dependencia en los adultos mayores sería del 48% y el 87% respectivamente para los dos años aludidos anteriormente. De igual forma, Colombia se proyectaría a futuro como uno de los países de Latinoamérica con mayores índices de envejecimiento.

Por último, a partir de lo anterior se percibe que las generaciones posteriores a los millennials, como los Z y Alpha, tendríamos que vivir la tercera edad en escenarios diferentes a los que estamos acostumbrados a manejar con nuestros actuales adultos mayores. A lo anterior se suma las peculiaridades de las generaciones posmillennials. Por ejemplo, según un estudio de la organización Sancho BBDO y la Fundación Universitaria de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, a los Z o centennials nos gusta retratarnos como personas más autodidactas, libres de prejuicios y con prioridades individuales —en comparación con otras generaciones—.

Así las cosas, tenemos una población de adultos mayores en aumento, hogares unipersonales como tendencia futura, proyecciones preocupantes para la tercera edad y nuevos estilos de vida generacionales. ¿Podremos afrontar la otra cara de la parca?

No depende solamente de nosotros. El gobierno debe confrontar, en el largo plazo, un gasto público importante destinado al envejecimiento activo, un eje estratégico de la política colombiana de envejecimiento humano y vejez. Así como también debe tomar decisiones para promover la tasa de natalidad en familias con capacidad económica suficiente.

Por ahora espero equivocarme al pensar que seremos una generación de la soledad. Para bien o para mal, no lo sabemos. Permaneceríamos en una realidad latente donde no importaría si nuestra condición fue por elección propia o no, simplemente tendríamos que asumirla. Deseo reflexionar en ello mientras vivimos en cuarentena.

[1] Proyecciones estimadas y revisadas en 2019.

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