La contienda presidencial que acaba terminar en Colombia y que le permitió al presidente Juan Manuel Santos seguir en el primer cargo del país hasta 2018, dejó claro que esta fue una campaña distinta, en donde las redes sociales mandaron la parada.
No hay que negar los factores que influyeron en la victoria del candidato presidente que podrían resumirse en el aumento de los votos en las regiones que le apoyaron en la primera vuelta como la Costa Caribe, y haber ganado en Bogotá.
Pero solo para abordar un aspecto de la guerra que se libró en la arena virtual, es innegable la incidencia de Ana Mercedes Plata, la adulta mayor de 85 años que se hizo célebre tras explicar las razones de por qué daría su voto a Santos (JuanPa) y no a Zuluaga (Zurriaga) con el desparpajo directo de una abuela sabia que no se deja hechar vaina, lo que ha sido considerado por muchos como una estrategia decisiva en la última etapa de la campaña.
El video que se convirtió en algo viral fue una bofetada para el equipo de marketing político y asesores de publicidad no solo para la campaña perdedora sino para los santistas, que habrían podido quedarse en adeptos ante la fuerza del comercial de Zuluaga de "La loca de las naranjas" un dramatizado protagonizado por la actriz Olga Lucía Martínez, en donde una mujer termina iracunda lanzando naranjas y justificando su decisión por el voto a favor del candidato del uribismo. El comercial fue una adaptación de uno brasilero de la campaña de Lula da Silva.
La ciberpolítica asumió un rol preponderante dentro de la política colombiana, que no existió en la segunda reelección de Uribe en 2006 y que tuvo poca repercusión aún en 2010 durante la elección de Santos como presidente.
A pesar de que Facebook fue lanzado el 4 de febrero de 2004; hace 10 años, un año después Youtube en febrero de 2005 y Twitter en marzo de 2006, los tres gigantes de las redes sociales, a los que hoy se les suma Instagram, se afianzaron en Latinoamérica en 2008.
Sin embargo se debe a la masificación de la tecnología a través de los teléfonos inteligentes y las tablets, después de 2010 cuando estos artilugios empiezan a caer en manos de todo el mundo, en que la política empieza a acercarse al ciudadano común y silvestre que siente que ahora sí tiene poder, una tribuna y una voz a través de la cual poder expresarse, decirle unas cuantas verdades a aquellos seres inalcanzables que los gobiernan, ser escuchados e influir en el mundillo de la política. Los sitios, mecanismos y artefactos siguen aumentando aceleradamente poniendo en la palma de la mano del ciudadano un mundo de posibilidades insospechadas.
La aparición de la virgen a los publicistas de Santos, Ana Mercedes, doña Mechas, fue un hecho que le dió un giro, si no decisivo sí relevante a la campaña. La viralidad del video fue reconocida por los propios creativos de la Loca de las naranjas que vieron en crescendo como aumentaban los hastag, retuits y tagueos a doña Mechas mientras que la vendedora de frutas caía al olvido.
Liliana González, la dueña de una miscelania y amiga de la anciana quien la escucha todas las tarde en su singular forma ver la realidad nacional, decidió filmarla con su celular sin imagi arse que su video sería compartido 123.624 veces tres días después de haber sido realizado.
Doña Mechas fue visitada por el propio Santos en su humilde casa de Villavicencio, y ahora sí los creativos de la tolda santista le sacaban el jugo no de naranjas sino al desparpajo de la anciana que desde su humildad no sabía que le estaba dando un rumbo definitivo a una intención de voto.
Mechas llegó a una campaña, la mas intensa de Colombia en ataques personales, plagada de escándalos y denuncias, en la arena virtual, como el desquite de un grupo de creativos al comercial de Zuluaga.
Día con día opositores y seguidores de uno y otro candidato se trenzaron en interminables foros sacando los trapitos sucios de uno y otro personaje en Facebook o por Twitter, incluso los mismos protagonistas como Álvaro Uribe Vélez reconocieron el poder de las redes y se entregaron minuto a minuto en alma vida y corazón a defender y atacar al oponente con el tuit más lacerante, con el comentario más insidioso o dañino con el fin de captar adeptos o incautos, un votico más, un alma ganada o robada en la catedral de la política, un mundo aparte que ya no tiene que ver con propuestas ni programas de Gobierno sino en demostrar en 140 caracteres o con una foto o un memevridiculizante quién es más malo, más feo, más parecido al demonio o quién es mas bueno a costa del chisme.
Esto le vino como anillo al dedo a la política colombiana plagada de escándalos, chismes, o chuzadas.
El poder de la ciberpolítica es innegable hoy por hoy, tanto que hasta se llevó por los cachos al zar de la publicidad J.J. Rendón, víctima de sus propios inventos, hoy enredado en un escándalo de corrupción.
Pero a los ciudadanos les toca reflexionar sobre la influencia negativa o positiva que pueden tener las redes sociales en medio del ruido que generan y que no les hace ver qué es lo mejor para la transformación de sus sociedades.
También es un pellizco a los políticos que hoy tienen a la gente siguiéndole los pasos, pero también a los publicistas que deben estarse partiendo el coco porque no se les ocurrió hacer algo que solo frente a la cámara de un celular logró la señora Mechas, una abuela analfabeta, con unos ojos que ya casi no ven y desprotegida.
Muy probablemente obtenga una casa pero ojalá sea en adelante el símbolo de los adultos mayores desamparados y desprotegidos de este país.