Mi admiración por Petro es enorme. No ha habido un congresista más eficiente en su función que él: destapó la parapolítica, la farcpolítica, la yidispolítica, la ñeñepolítica, entre otros escándalos.
Gustavo fue el mejor puntaje del ICFES de su promoción. Su amor por un mejor país lo llevó a la lucha armada, que con críticas y demás conllevó a la creación de la actual Constitución y la modernización de este país.
Académico y hombre de acción como los grandes de la historia, quedó electo para ser alcalde del distrito capital, el cargo más importante después que él cargo de presidente. En este episodio de su vida tuvo avances y retrocesos.
Aprovechando su cargo realizó una reforma que no le gustó a los poderosos: les quitó el negocio de las basuras al crear una empresa pública de recolección, dándole un mejor estatus a los recolectores y recicladores. Esto ocasionó que el procurador arbitrariamente lo destituyera.
Ante esta injusticia Petro utilizó los recursos pertinentes y salvó su cargo: un funcionario administrativo no puede sancionar a alguien que es electo por los ciudadanos, expresó la CIDH.
Así que Santos, el mismo que Petro ayudó en la segunda vuelta presidencial de 2014, le devolvió el cargo, no sin antes expresar de manera miserable esta frase en una alocución presidencial: "No hay nada que hacer, la ley es la ley y la tengo que cumplir". Sin duda, hablan de que Gustavo es egocéntrico, pero con este gesto demostró que no.
Además de su excelente gestión, en donde las acciones de empresas de Sarmiento Ángulo subieron sus utilidades, se abrieron hospitales y colegios, se adecuaron otros, se ayudó a que muchas familias subieran sus ingresos y pasaran de estrato 2 a estrato 3, se redujo la cuota del pasaje del TransMilenio en 200 pesos menos, las muertes por desnutrición infantil llegaron a cero y muchas obras quedaron en marcha para ser inauguradas después (como el MetroCable, que los habitantes de esa urbanización llaman PetroCable).
Gustavo también fue investigado y su salario embargado por hacer acciones a favor de la clase obrera. En medio de batallas mediáticas y jurídicas, Gustavo terminó su gestión y prosiguió a otro capítulo de su vida, la recuperación.
Embargado tuvo que mantener a su familia. Él mismo comentó que le tocó cobrar por las cátedras y ponencias que realizaba para poder sobrevivir. Sí, el mismo que había recibido en Londres una premiación por ser de los mejores alcaldes frente al cambio climático.
Sin embargo, llegó el 2018 y el panorama pareció mejorar un poco. En campaña, Gustavo representó a la mayoría de colombianos. Su estatus empezó a mejorar y el fallo judicial del proceso de embargo fue a su favor.
Además, pese al presunto fraude de las elecciones, aceptó su curul en el Senado. Y a pesar de que en Cúcuta casi lo matan, siguió abogando por una Colombia más humana. Esta también fue su bandera en su ejercicio como senador en 2019 (con la presentación de cuatro proyectos de ley desde su primer día de trabajo).
Así mismo, también se presentó a la Corte Suprema de justicia para responder por otra falacia. Nuevamente salió ileso. Se puede decir lo que sea, Gustavo es un ser humano con virtudes y defectos, pero hasta ahora tiene una hoja de vida intachable y lo demuestran sus antecedentes.
Finalmente, su cumpleaños lo recibe enfermo y confinado, otra lucha más en su vida, otra oportunidad para enseñarnos a luchar y a vencer. Un abrazo.