Mientras al interior de El Laguito, sede donde permanece la delegación de paz de las FARC y el Gobierno colombiano, algunos de los miembros del grupo guerrillero se alistaron desde temprano para ver el partido, otros combatientes pidieron permiso para apreciar el juego en una esquina del hotel El Palco, y con “la camiseta puesta” disfrutar con mejor pantalla los 2 tiempos.
Poco a poco, con algo de timidez, estudiantes y turistas colombianos que reconocían los guerrilleros, comenzaron, disimulando, a unirse alrededor del mismo televisor.
Esta vez los guerrilleros presentes en la Habana no tuvieron que conectar antenas hechizas ni arriesgar su seguridad por ver el partido. “En mundiales pasados siempre nos las hemos ingeniado para ver a Colombia jugar. Montamos las antenas a los arboles y apenas termina el partido las bajamos y nos desplazamos por temas de seguridad. Es que lo del futbol viene desde que salimos de casa y desde antes de ser guerrilleros” comento uno de los insurgentes.
Con lo ojos pegados al balón nadie hablaba de elecciones, de guerra o de paz. Dos paquetes de crispetas violaban de vez en cuando el “cerco de las FARC” y llegaban a manos de los civiles, colombianos y cubanos, y sin duda, de los agentes de seguridad encubiertos presentes. Las crispetas iban y venían en una escena surrealista, todos compartieron.
“Esto debe estar lleno de agentes pero en este momento a los combatientes sólo les importa el partido. Mientras juegue Colombia, en temas de seguridad, estamos fritos” decía entre risas uno de los comandantes.
“La verdad, yo si me asusté cuando los vi, fue extraño, pero además de irme feliz por el triunfo de Colombia me voy esperanzada, fue una experiencia positiva ver que tenemos alegrías comunes” ” dijo Virginia, una estudiante colombiana de música clásica que vive hace 3 años en Cuba y que celebró cada gol rodeada de guerrilleros y guerrilleras .
“Es que no importa color raza o filiación política, yo se que el hombre aquí presente es un guerrillero pero este abrazo nos lo damos con el sentimiento que nos une de ser de un mismo país, que liberal, verde o conservador merece vivir paz” decía otro estudiante en Cuba. “A mi no me gusta la política, ni mucho menos las armas, sólo el arte, el deporte y la paz y por eso fue interesante estar, por coincidencia, hoy aquí con ellos” dijo antes de partir.
Algunos civiles colombianos miraban con curiosidad y mantuvieron distancia. Terminado el partido los guerrilleros recibieron la orden de regresar al trabajo de inmediato. Pero lo cierto, es que por una hora, cuarenta y cinco minutos, la selección Colombia le regalo un momento de alegría a los compatriotas presentes en la Habana que, cualquiera que sea su ideología, su posición frente a la guerra, la justicia y la paz, hoy estuvieron en un mismo bando: el de nuestro país.