Aunque solo hasta el pasado 14 de abril se confirmó que cinco médicos del Policlínico del Olaya, en Bogotá, estaban contagiados de COVID-19, desde hace varios días el rumor venía corriendo en los pasillos del centro de salud. Todo habría comenzado después de que el médico Carlos Ernesto Avella Mora regresara al país desde Brasil el pasado 13 de marzo, cuando el país apenas comenzaba a prepararse para enfrentar la expansión de la pandemia.
A pesar de que Brasil ya había confirmado su primer caso, Avella no vio la necesidad de someterse a una cuarentena voluntaria y preventiva. La ley tampoco lo obligaba, pues el Ministerio de Salud expidió el 10 de marzo la Resolución 380, especificando que solo las personas provenientes de China, Italia, Francia y España debían adoptar medidas de aislamiento obligatorio durante 14 días.
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El 14 de marzo, un día después de regresar a Colombia, Avella se presentó normalmente en el Policlínico para retomar su trabajo. Durante los días siguientes, Avella cumplió con sus labores normalmente, sin embargo, el 27 de marzo fue enviado a aislamiento preventivo tras haber estado en contacto con el primer caso reportado. Ese día a Avella le tomaron la prueba de COVID-19 en su casa para saber si se había infectado con el virus.
Al parecer, a Avella se le habría confirmado el contagio el 1 de abril, pero este siguió yendo al Policlínico asegurando que la muestra había sido negativa, resultado que se le habría entregado a través de vía telefónica.
El Policlínico comenzó una investigación interna para determinar si Avella había incurrido en alguna falla. Según sabía el centro de salud, Avella tenía una incapacidad médica entre el 9 de marzo y el 13 de marzo por un esguince de cuello de pie. Esos mismos días estuvo en Brasil. Al parecer, Avella no habría dicho nada de su viaje al exterior después de regresar.
Aunque Avella estaba seguro de que no estaba infectado, la Secretaría de Salud de Bogotá tenía otro concepto. Según el radicado número 202021616237115921 sobre la prueba de Avella, este sí era "positivo para NUEVO CORONAVIRS SARS-CoV-2”. Pero Avella solo lo habría reportado hasta el 12 de abril, cuando le envió un mensaje de WhatsApp a María Yolanda Cueva, coordinadora de Medicall TH, la empresa que lo contrató para prestar sus servicios en el Policlínico del Olaya. En el chat Avella le asegura a la coordinadora que el 12 de abril le hicieron la prueba por COVID-19 y el 13 de abril le envía el resultado.
Estas dudas tienen ahora al médico Avella contra las cuerdas. El penalista Francisco Bernate, en representación del Policlínico del Olaya, lo denunció por presuntamente haber violado las medidas sanitarias y por propagación de epidemia, delitos por los que podría pagar prisión entre cuatro y ocho años.
El Policlínico también lo acusa de haberse contagiado en reuniones sociales y no por su trabajo. Este señalamiento, sin embargo, no cayó bien entre algunos médicos de la ciudad. Cabe recordar que el médico William Gutiérrez, quien falleció el sábado pasado por COVID-19, trabajaba para el Policlínico, aunque llevaba algunos días realizando sus labores en el Hospital Militar. Algunos médicos cuestionaron que el Policlínico no quiera asumir ninguna responsabilidad, y dé pie para que la ARL no considere el contagio de COVID-19 como un riesgo laboral.
Ahora el médico Carlos Avella deberá enfrentarse a la justicia, al mismo tiempo que se enfrenta al COVID-19, que ya cobró la vida de 127 personas en todo el país.
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