Miles de trabajadores están llegando a las fincas cafeteras para presentarse como recolectores de la nueva cosecha que se avecina en plena pandemia.
Lo anterior implica una serie de medidas que desde ya se debe tener en cuenta; entre esas las siguientes:
La construcción de cuarteles adicionales (así se le llama a los dormitorios de los recolectores) para los trabajadores que en cualquier momento resulten enfermos y sea necesario aislarlos.
La construcción de cabañas independientes en las fincas cafeteras, para aislar totalmente a los mayores de 60 años.
El casting, por decirlo así, para los aspirantes a recolectores, debe tener en cuenta ante todo, enfermedades preexistentes, algo muy complejo de hacer.
Las medidas de saneamiento tendrán que ser muy estrictas, eso implica sitios adecuados para el lavado de manos, equipos para desinfección de ropas y la prohibición estricta de mantenerse a dos metros de distancia.
El trabajo en las fincas cafeteras implica la prohibición total de salir a los pueblos cercanos los fines de semana, algo a lo cual están acostumbrados los recolectores.
La logística para todo estos eventos en las fincas cafeteras es muy costosa, no se compadece con las potenciales ganancias del caficultor y necesariamente el gobierno nacional tendrá que subsidiarlos de forma inmediata y efectiva.
El problema que se avecina con esta enorme cantidad de recolectores buscando trabajo, es mayúsculo y al parecer el gobierno nacional aún no se ponen las pilas para enfrentarlo.