Durante la segunda guerra mundial, cuando los japoneses querían desear mala a suerte a una persona, lanzaban una frase que inmediatamente quedaba incrustada en la cabeza y que muy difícilmente se podía olvidar: “Ojalá vivas tiempos interesantes”. Esa sentencia se ajusta a la actualidad, la humanidad se encuentra en tiempos muy interesantes.
Una pandemia nos tiene resistiendo desde las habitaciones, salas y comedores. La pelea es contra dos enemigos: uno de ellos difícil de percibir al ojo humano, el Covid-19, y el otro enemigo un viejo enemigo que durante muchos años ha causado la muerte de numerosas personas, el hambre. Las trincheras de combate se encuentran en hospitales, casas, cambuches, albergues y todo parece indicar que será una confrontación duradera, extenuante.
¿Qué pasará después de todo esto? Es sin duda una pregunta que algún momento alguno de nosotros se ha hecho. Es muy complejo descifrarlo pero haremos una aproximación.
Nada volverá a ser igual. El modelo económico neoliberal ha mostrado una vez más que aquí lo más importante son las ganancias de los grandes emporios económicos, un ejemplo de esa situación la viven millones de personas en los Estados Unidos, donde el delirante Trump, haciendo burla a la inteligencia, prefirió condenar a su pueblo a morir antes de que él y sus socios registraran catastróficas perdidas económicas, triste suerte la del país del norte, pero esas son las consecuencias de elegir mal.
Para el caso colombiano, los poderes económicos tienen una preocupación a medias, saben que al finalizar la cuarentena los más pobres, los más llevados del bulto, pagarán las millonarias pérdidas. De eso están seguros, porque ellos pusieron un subpresidente que maniobra el timón del gran barco de la corrupción. Preparaos para los paquetes y medidas económicas que lanzará el timonel de la incompetencia.
Sin duda alguna, la inmensa mayoría de colombianos, ha podido constatar en carne propia la espantosa y cruel desigualdad, más evidente en estos tiempos de aislamiento. La falta de alimentos, la exclusión de las escasas políticas sociales, el rifirrafe de los miserables pesos que reparte el gobierno, los sobrecostos en mercados, entre otro desaciertos, han generado más descontento social del que ya existía.
No será fácil volver a la normalidad, muchos perderán sus empleos, otros serán desalojados de sus viviendas por la banca, la mayoría pagará un alto precio por los alimentos y así una cadena de nefastas políticas económicas caerá sobre la sufrida población.
Toda esta situación está sirviendo de combustible social. La gente no resistirá y saldrá a las calles deseosa de un cambio en las políticas sociales y económicas, o en lo mejor de los casos, exigiendo la cabeza de los que gobiernan.
Al subpresidente Duque no lo abandonan los tiempos interesantes.
