En estos días de confinamiento, he podido interactuar más con mis amigos y hermanos. Es decir, con los dos gatos con los cuales vivo. El de color negro se llama Odín y es macho y la segunda de color grisáceo es Sophie, hembra. Cada uno de ellos, tienen personalidades diferentes. Por ejemplo, a Odín no le gustan los humanos, si alguien ingresaba antes a mi hogar, él se escondía y hasta que las personas se fueran no salía de su escondite. Mientras Sophie, se escondía por unos segundos y después inspeccionaba a los extraños. Odín es más amorosos que Sophie. Odín, se deja abrazar como dar besos y con su cabeza lo toca a uno en aras de expresar el amor que el siente por uno. Por el contrario, Sophie, solo es cariñosa por la mañana que lo busca a uno para que la consienta. No se deja cargar de nadie a no ser que ella lo quiera y si tratan de cargarla manda un zarpazo con sus uñas.
Odín por ejemplo le gusta dormir debajo de las cobijas y si uno esta acostado hace que uno abra las piernas porque le gusta hacerse entre ellas. Sophie, no. Ella se hace en la esquina de la cama y lo mira a uno de reojo y repito solo en la mañanas en promedio quiere que la consientan. Odín chilla por comida, Sophie solo observa. Odín se le come la comida a Sophie y es voluntarioso. Si la ve en un lugar donde a él le gusta va y la saca. Sophie en promedio lo deja, pero cuando este último se pasa, lo mordisquea y lo corretea.
Ayer por ejemplo me dieron ganas de llorar al ver a Sophie. Cada uno de ellos tiene una cobija para bebé que cada uno escogió y supongo que son de su propiedad, pues, ninguno le quita al otro y siempre que pueden se suben a ella. Sophie, continuo con el relato, ayer estaba en su cobija cuando comenzó a mover sus piernas y sus manos en la misma, tal como hacen los felinos cuando están tomando la leche de sus mamás. Cuando de un momento a otro Sophie a mi juicio comenzó a llorar. Quiero creer que recordó a su mama como muy bien lo ha explicado la biología evolutiva. Yo la vi y traté de consentirla y no se dejó, me dolió porque sentí que yo también la había maltratado al separar la de sus padres.
Para terminar, vivir con animales de compañía en esta contingencia es supremamente hermoso. Su compañía contribuye a reducir la depresión como la ansiedad. Sus formas de interactuar me hacen sentir más amor y sobre todo a entender todo el mal que le hemos hecho cuando son enjaulados en zoológicos o en rejas para que nos canten los pájaros, pero sobre todo he podido entender mejor sus personalidades. En efecto, nosotros los animales humanos (en términos del profesor Eugenio Andrade de la Universidad Nacional) hemos hecho un infierno para ellos, tal como pregonó Schopenhauer. Una forma como trato de reducir mi impacto es siendo vegetariano, pues el especismo es una falacia. Comerme unos y cuidar a otros, es sin duda antiético. No dudo que la sociedad ha mejorado si se compara con otros siglos .No obstante, los animales no humanos siguen siendo objetos para seres insensibles como los que apoyan la tauromaquia, las peleas de gallos y perros o los que se los comen.(Aunque aquí no me las voy a dar de puro , a mi juicio el amor frente a los animales no humanos es ético y cada uno debe de tomar la decisión frente a ello). Sintetizando, seguiré observando a Sophie como a Odín y tratar de hacer el menor daño a los animales no humanos como animal humano que soy y en este caso confinado en mi apartamento con mi novia y mis otros dos amores.
