En ocasiones tenemos la idea de que algunas cosas sobran. Es precisamente en épocas de crisis (como las actuales) en que nos damos cuenta si realmente se requieren o, en contraposición, se corrobora la idea planteada en cuanto a que definitivamente no se necesitan.
Nuestros “padres de la patria” han montado todo un debate para ver si sesionan de manera virtual o presencial, que tal norma dice esto que tal otra dice aquello, que la Corte Constitucional, en fin. En estos momentos en que el mundo está en jaque, cuando estamos enfrentando una pandemia que ha contagiado a más de 1.800.000 personas en el mundo (de las cuales más de 1.300.000 están activas y han muerto más de 115.000), en Colombia nos acercamos a las 3000 personas contagiadas y han muerto más de 100, llevamos 3 semanas confinados y aún nos faltan 2 más (por ahora), las empresas están enfrentando una situación extrema tal vez como nunca antes, no sabemos aún está situación en qué va a parar; y a estos tipos lo único que se les ocurre es ver cómo carajos van a llevar a cabo sus dichosas sesiones.
Por qué más bien no se decreta al Honorable Congreso cesante por unos meses, 6 como mínimo, aunque sería mejor de por vida (pero como dicen como ahí “tan bueno no dan tanto”) de manera que destinemos esos recursos, por demás cuantiosos, a lo que realmente importa, a las personas de nuestro país que necesitan una mano, a las empresas que requieren de un rescate para no morir en el naufragio, a un país que está sufriendo y sufrirá las consecuencias de una realidad que se torna de tintes oscuros.
En estos momentos es cuando nos damos cuenta de quiénes son los que importan, ¿serán esos honorables congresistas?, o ¿será ese personal del área de la salud que está salvando la vida de extraños a costa incluso de la suya?, ¿no serán más importantes esos miles de humildes campesinos que a pesar del abandono que han sufrido por décadas siguen allí dando todo lo que tienen (que físicamente es muy poco), para que nosotros no nos muramos de hambre?, ¿quiénes son los importantes?, ¿nuestros honorables congresistas o el pueblo luchador que dicen representar?
Una cosa es que nosotros los hayamos elegido y que de nuestros bolsillos se les paguen todas sus comodidades pero otro muy distinta (gran falacia que algunos hasta se creen) es que nos representen. ¿Nos representan? ¡Claro! Por eso aprobaron un incremento del IVA del 16% al 19% a cambio de unos frasquitos de mermelada, por eso es que ustedes definieron que sea el pueblo el que les pague sus altas pensiones de manera vitalicia (a ustedes y a otros “altos dignatarios”) por estar ahí 4 años “calentando puesto”, qué digo 4 si la mitad del tiempo se la pasan intrigando en sus regiones para mantener el poder político, con las artimañas que todos les conocemos, y cuando se dignan a atender las sesiones en el Honorable Congreso lo único que hacen es “sacarse la ropa sucia” entre los gobiernistas, la oposición y otros dizque imparciales (¡ajá!), en que simplemente se hacen más evidentes las formas de pillaje empleadas por unos y otros bandos para llegar a tan altos lugares de honor.
Valga decir que como en toda regla hay su excepción, seguramente habrá algunos que (junto con sus equipos de trabajo) se salven de tal cosa putrefacta que representa “ese chuzo” llamado Honorable Congreso de la República. Y ahora no se vayan a escandalizar con estas palabras, bien saben lo que piensa y siente el pueblo por ustedes: ¡repudio!, así que concluyo con lo que empecé: en estos momentos en los que nos damos cuenta de qué es lo verdaderamente importante, corroboramos que no los necesitamos.
Posdata. No está de más decirle a estos tipos que no se es “honorable” porque esa sea la denominación del cargo o posición que se ocupa, se es honorable por las acciones del día a día a partir de lo que dictan el corazón y la razón de cada uno.
