En serio, nunca creí que tuviéramos tantos intelectuales en nuestro país: con esa cantidad de gente tan inteligente, Colombia debiera de estar mejor. Hasta ya deberíamos estar peleando el record Guinness, y sumarlo al de la felicidad que mundialmente poseemos.
¿De dónde habrán salido tantos? “Tal parece que en Colombia, uno levanta una piedra, y sale un intelectual”. Están por todas partes: los escucho por las calles, en acalorados debates, en las emisoras opinando. También en los periódicos, y sobre todo en las redes sociales replicando y disparando contra los “males” que se atrevió a decir William Ospina. Según él escritor tolimense, hay en nuestro país dos males incurables: Santos y Zuluaga, pero este último, es de lejos el más benigno.
Aunque Ospina reconoció que Zuluaga es tan peligroso como Santos, en toda su sabiduría, nuestros intelectuales han determinado que el escritor tolimense también es un mal, y tal vez peor, por eso de que: “No hay peor cuña que la del mismo palo”.
Y a la manera de los “actos de repudio” que se usan en Cuba, nuestros intectuales han optado por la agresión verbal, y el linchamiento, contra uno de los grandes escritores de nuestro país.
"Hay que prenderle fuego a los obras de William Ospina" dicen unos. La paradoja es que son los mismos que critican la “Piromanía Literaria” del procurador Ordoñez. Otros, dizque sus amigos más cercanos, piden que se retracte. Según ellos, cuando escribió el articulo no estaba en sus cabales, “Recular es lo más inteligente”.
Y ni hablar de los que aprovechan la “montonera” y siempre han denigrado de su obra literaria, y lo odian porque sí, porque su éxito literario ha sido demasiado grande en tan pocos años. Esos se han inventado el cuento, que se puso del lado de Zuluaga, porque va por el Ministerio de la Cultura. Ya lo dijo Cochises nuestro filósofo de la bicicleta: "En Colombia la gente se muere más de envidia que de cáncer".
Con la paz, todo: contra la paz, nada: nos advierten nuestros intelectuales. Han convertido en “dogma de fe, la paz que abandera el presidente y candidato Santos” y en brillante consenso, han determinado que como ellos son la “conciencia del país”: El que esté, o vote en contra de Santos: es un traidor. Están incluidos los que votaremos en blanco. “Santos nos cambiará el miedo por la cultura de la esperanza”, es su más reciente lema.
A esos indignados intelectuales que están contra del escritor William Ospina, quisiera preguntarles: ¿Donde han estado todo el tiempo? Donde? ¿Sobre todo en estos ya casi cuatro años de mal gobierno del Presidente Santos? ¿Por qué siendo tan cercanos y afectos al presidente no le han solicitado verdaderas políticas de estado para ayudar a los menos favorecidos del país? Y digo políticas de estado sostenibles, no mentirosas y populistas como son las viviendas de interés primario que se han inventado (VIP). Ya lo dicen los niños de las barriadas pobres de Medellín: ¿Para qué casa, sino no hay zapatos?
¿Donde está el comunicado de prensa, donde los intelectuales rechazan airados el reciente incremento a los salarios de los congresistas? ¡Increíble! ocho millones de pesos más, por hacer nada! Se ve que ese cuento que se inventó de la “prosperidad para todos” es verdad, se le olvidó puntualizar que es para todos los congresistas. Recordemos que hoy un congresista colombiano gana cerca de trescientos millones de pesos al año, mientras un asalariado solo ocho millones. (Infamia en un país donde según la FAO, miles de niños se mueren de hambre cada año. Este debiera ser, uno de los puntos importantes también a tratar en la Habana).
¿Donde está la nota de protesta de los intelectuales de Colombia, por el TLC que firmó el Presidente Santos con los Estados Unidos? ¿Por qué no le exigen una renegociación? Las políticas aperturistas han arruinado a nuestros empresarios y agricultores, el 80 % del café que consumimos es importado según el Dane, estos sectores están condenados a desaparecer.
Somos el país con más desplazados del mundo: Una herida en el alma de nuestra nación. ¿Por qué no se oyen las voces de los escritores y grandes columnistas protestar y pedir soluciones reales y no mezquinas restituciones de tierra que no solucionan nada?
Tristemente somos un país de pocas lealtades, y de odios irracionales, “El autogol de William Ospina” lo pudo cometer cualquiera: Perdonémosle la vida.