El ciclismo, deporte insignia de nuestro país, tiene una frase metafórica que plantea una verdad indiscutible “la carretera pone a cada quien en su sitio”. Más de una vez Nairo, Egan y Rigo la han repetido para señalarnos que la dureza de una etapa se encarga de ubicar a cada corredor en la justa realidad. Hago referencia a esta frase a propósito del coronavirus y Marta Lucía Ramírez, en este contexto la pandemia es la carretera y la ministra representa la arrogancia vencida por la crudeza del aquí y el ahora. ¿Y por qué esta alusión? Recordemos que en febrero del año en curso durante un evento en Medellín que pretendía celebrar el día de la mujer y la niña en la ciencia, la vice aseveró que en el país hay muchas psicólogas y sociólogas, por tanto, sugería estudiar carreras insertas en el desarrollo económico y tecnológico como las ingenierías, las cuales producen mayor ingreso y, en consecuencia tácita, mayor satisfacción.
Pero la realidad pandémica actual, representada en un puerto de categoría especial del tour de Francia, dejó sin argumentos a Marta Lucía. Dos meses después y con el coronavirus abrazando al país, la salud mental de los colombianos deambula en la delgada línea que separa la cordura de la locura. El encierro producto de la cuarentena, el hacinamiento, la soledad la desesperanza y la pobreza mental y material, son factores desencadenantes de represiones, traumas y situaciones no elaboradas que tarde o temprano podrían hacer emerger neurosis obsesivas, compulsivas, histerias, paranoias, delirios místicos, angustia, ansiedad, depresión y toda una gama de displacer emocional, cognitivo y conductual. En este panorama, preguntaría a la señora ministra: ¿no son acaso los psicólogos que usted desdeña los encargados de atender este tipo de situaciones propias de la salud y la enfermedad mental?, ¿sigue pensando que hay muchos psicólogos en el país?, ¿quién debería atender a los miles de personas que verán afectada su salud mental, los ingenieros o nosotros los psicólogos?
Finalmente quien escribe, psicólogo de profesión y antipsicólogo de vocación, agradece a la pandemia por poner a cada quien en su sitio: a la vice, abofeteando la arrogancia tecnocráta y casi patológica de un gobierno que representa un modelo político y económico deshumanizado, simbolizado en el valor del capitalismo; a la sociedad de psicólogos colombiana, burocratizada y articulada a realidades ajenas a nuestra sociedad; y a cada uno de nosotros por mostrarnos que la felicidad y el bienestar está más allá de los ingresos, del consumismo y de las falacias que alimentan los modelos económicos y políticos que alienan nuestra realidad. Gracias, coronavirus, gracias por el nuevo orden que nos obligas a replantear.