Con la pandemia se están destapando las ollas podridas del Chocó

Con la pandemia se están destapando las ollas podridas del Chocó

Aunque no hay casos registrados en el departamento, la amenaza del virus ha recordado la incapacidad de los dirigentes locales y la falta de ayuda del gobierno nacional

Por: REYNALDO MORENO MAZUERA
abril 06, 2020
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Con la pandemia se están destapando las ollas podridas del Chocó
Foto: quibdo-choco.gov.co

En entrevista exclusiva para el periódico El Tiempo, Ariel Palacios Calderón, gobernador del Chocó, manifiestó lo siguiente: "Estoy muy preocupado y angustiado. Si bien en el Chocó no se ha reportado hasta ahora ningún caso de coronavirus, debo reconocer que no cuento con la infraestructura para atender una eventual emergencia. Aquí no contamos con elementos de protección para el personal médico, eso es lo más urgente para poder dotar a nuestro equipo médico. Me refiero a tapabocas, guantes, mascaras, botas, gorros, los necesitamos con urgencia”.

A la vez que el mandatario del departamento menciona estos hechos no señala que a los empleados y personal médico del hospital San Francisco de Asís, el único de segundo nivel en todo el departamento, no se les paga desde hace más de cinco meses, por lo cual enfermeras y médicos se encuentran a las puertas del mismo protestando. Es claro que nadie estaba preparado para la pandemia, pero no es claro cómo se posesiona desde diciembre y a la fecha, ante una urgencia de estas, ante unos problemas de este tipo, no le cancelan al personal de salud que eventualmente podría atender cualquier emergencia.

Así mismo, el hospital Ismael Roldan Valencia de Quibdó lleva también meses en paro debido a que tampoco le han pagado al personal médico y enfermeras. Este es un hospital de primer nivel, de responsabilidad de la alcaldía de Quibdó, en cabeza del señor Martín Sánchez Valencia, y cuyo gerente Wilmar Yurgaki es socio del señor alcalde en la clínica Vida de la ciudad de Quibdó.

En otras palabras, los empleados del único hospital local que tiene Quibdó y del único hospital departamental que tiene el Chocó hace meses no reciben salarios ni sus prestaciones. Por consiguiente se suscita una pregunta: ¿por qué no se hacen al menos los esfuerzos para pagarle a estas personas y así paliar en algo la situación horrible que se nos avecina?

A la par, el gobernador del Chocó manifiesta en la entrevista que no cuentan con UCI y que las únicas 27 camas que hay están en clínicas privadas, por lo cual no se podría atender al personal de escasos recursos. También menciona que no necesitan dinero sino elementos de apoyo para los trabajos de combate del virus, que se pueden quedar con la plata de regalías, pero que le manden insumos y equipos. La pregunta que viene después es la siguiente: ¿cómo es posible que con esa plata de regalías no se le paguen los meses que se adeudan a todos los empleados de los hospitales?, ¿por qué no se habla con el gobierno nacional, vía telefónica sin contagiarse, para que se pueda hacer ese salto y solucionar en parte la crisis que se nos viene?, ¿por qué no viajan a Bogotá y tocan todas las puertas sabiendo la situación horrible en que estamos?

Cuando el señor gobernador y el señor alcalde de Quibdó eran candidatos prometieron ingente cantidad de cosas y se mencionaron a sí mismos como la mejor alternativa para solucionar la problemática que tenemos en el Chocó de salud, de empleo y de infraestructura. A todos los temas que se les planteó tenían solución a corto mediano y largo plazo… Entonces, llama la atención que ahora, en momentos de crisis, cuando las palabras sobran y se necesitan manos y soluciones reales, estas no aparezcan por ninguna parte y quedemos en la indefensión más absoluta frente a lo que se viene. Desafortunadamente, unido al desgreño y la incapacidad de las autoridades para gestionar y tomar decisiones y encontrar soluciones aquí y ahora, está el desorden de la gente que en medio de la crisis, de la pandemia, no ha atendido los llamados que se hacen para el aislamiento: más de la mitad de la población vive del trabajo ilegal e informal y por consiguiente no tiene recursos guardados para paliar esta situación, ni el conocimiento para entenderla en toda su dimensión. Ante la disyuntiva “me muero por el coronavirus o me muero de hambre”, la gente prefiere morirse por el coronavirus que no lo ha visto. En cambio, el hambre sí la han visto muchas veces, sobre todo las poblaciones desplazadas y la población indígena, quienes viven en condiciones de abandono, sin servicios públicos y en condiciones totalmente antihigiénicas.

La crisis del Chocó no se ocasiona con la pandemia. Con la pandemia se están destapando las ollas podridas que hay, se están poniendo al aire libre las heridas sangrantes que quedan, empezando por la incapacidad de sus dirigentes para afrontar una situación catastrófica como esta y la falta de ayuda del gobierno nacional, que por atender tantos frentes no ha escuchado los gritos que llegan del Chocó porque a la fecha no tenemos contagiados.

Paradójicamente, la pobreza y el aislamiento en que se ha mantenido al departamento del Chocó, así como Guainía y Vichada, ha permitido que al día de hoy no aparezcamos en las listas oficiales con contagiados. Sin embargo, eso no significa que no nos vayamos a contagiar, solo implica que hemos ganado tiempo frente a lo que inevitablemente se avecina. Ese tiempo a favor es el que deben aprovechar los dirigentes para insistir, persistir y no desistir de hacer todas las gestiones posibles para tener algo cuando el COVID-9 nos visite y así demostrar que saben manejar crisis o que por lo menos lo intentan.

Desafortunadamente, en Colombia muchos se postulan y se eligen para manejar bonanzas o presupuestos públicos como propios, no para manejar crisis. El adagio que dice que nada más duro y difícil que administrar pobreza cobra todo su valor y relevancia en el Chocó. Por eso ante la manifiesta incapacidad de nuestro gobernador para paliar lo que viene, deja nuestro destino en manos de Dios y de los rezos que hagamos para que el aterrizaje sea lo menos duro posible. Que Dios nos tenga de su mano.

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