El primero en encender las alarmas fue el propio capitán del portaviones Theodore Roosevelt, Brett Crozier con un texto demoledor: “No estamos en guerra, los marineros no deben morir. Si no actuamos ahora estamos fracasando para cuidar a nuestros activos de más confianza, nuestros marineros”. Y sin consultar a ningún superior, con urgencia trajo el portaviones a puerto. El riesgo era un contagio masivo en altamar.
A bordo del buque cien de los 4.000 marineros habían contraído coronavirus.
La decisión del veterano Crozier transgredió la verticalidad militar y su jefe el Secretario Interno de la Marina Thomas Moldy, lo dio de baja. El argumento resultó baladí frente a la emergecia sanitaria: había actuado inconsultamente y su comportamiento no le daba confianza a su superior.
El mensaje para sus marineros fue todo lo contrario y no les quedó más que un agradecimiento que no lo disimularon con su aplauso y con reconocimientos como el del marino Michael Washington.
El aplauso al capitán cuando abandonó el portaviones fue elocuente:
El Capitán Bret Crozier reportó que en el portaaviones Theodore Roosevelt cerca de 100 marinos tenían Coronavirus y pedía evacuación de urgencia. Fueron evacuados pero el Capitán fue relevado del mando. Así lo despidieron en el barco. Video @Sotero269 pic.twitter.com/LSnJl88d4n
— Félix de Bedout (@fdbedout) April 3, 2020
El USS Theodore Roosevelt está en el mar desde septiembre de 1980 y es tal vez el más representantivo de los portaviones norteamericanos. Su labor en la primera guerra del golfo contra Sadam Hussein fue considerada fundamental. En tiempos de coronavirus se recordará por el acto heroico de su capitán Brett Crozier