En el momento del estallido de la crisis del coronavirus estaban en Bogotá cerca de 20 mil europeos, de los cuales 4 mil eran alemanes. Desde su llegada en el 2008, el embajador Peter Ptassek se encargó de publicitar a Colombia como destino con muy buenos resultados, sin abandonar su agenda en la que el proceso de paz y los derechos humanos pesan.
Cuando el gobierno Duque cerró fronteras, quedaban aún cerca de mil alemanes entre turistas, profesores, voluntarios sociales en los distintos rincones de Colombia. Se reunieron Bogotá a la espera de las gestiones del embajador para lograr su repatriación. El 30 de marzo llegó el primer vuelo: un enorme 747-400 de la aerolínea Lufthansa, de dos pisos, con capacidad de hasta 650 personas.
Colombia saluda al último vuelo humanitario que retorna a 🇩🇪 en vuelo de Lufthansa. 357 pasajeros entre alemanes, países europeos y colombianos residentes. Todos se alegran de volver pronto, aman a 🇨🇴. Gracias Colombia, gracias migración 🇨🇴 gracias Cancillería 🇨🇴 Gracias tod@s. pic.twitter.com/igzAgxWmFp
— Peter Ptassek - Embajador de Alemania en Colombia (@alemEmbajador) April 4, 2020
El avión despegó a tope, en la noche de ese mismo día. Pero el embajador Ptassek no quedó tranquilo. Continuaban los mensajes, llamadas y correos de nativos de Alemania y de europeos de origen alemán que querían regresar a su país. En efecto, no habían pasado ni 12 horas de la llegada a Frankfurt del Boeing 747, la reina de los cielos, como lo llaman, cuando ya estaba de regreso a Bogotá a recoger más viajeros. Alli estaba en El Dorado, el embajador Ptassek, con su cara tapada y sus manos protegidas con guantes, despidiendo a cada uno de los pasajeros, deseándoles un buen vuelo de regreso a su país mientras el continúa con su confinamiento desde su residencia en el norte de Bogotá. Había cumplido su misión.
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