Recuerdo aquel dos de marzo del 2018 como si fuera ayer. Juan Pablo Morris y yo, periodista en formación, nos dirigíamos hacia una conferencia internacional sobre petróleo, uso de tierras y violación de derechos humanos, pero una llamada cambió todos los planes.
— Aló, ¿a qué hora será el discurso en Cúcuta?
— No, ya no hay ningún discurso, Juan Pablo. ¡Tenemos que salir de aquí!
— ¿De qué me está hablando, hombre? ¿Qué pasó?
— Acaban de atacar a Gustavo, un disparo impactó la ventana junto a la que venía sentado. Gracias a Dios no pasó a mayores, usted sabe que los vidrios son blindados.
— Ya mismo me devuelvo al estudio, seremos los primeros en lanzar la noticia. Manténgame al tanto de todo. Adiós.
Había empezado a dar mis primeros pasos en el periodismo independiente, un sueño cumplido, me atreví a trabajar como voluntaria en Contravía, la famosa y polémica serie dirigida por el hoy líder político Hollman Morris entre el 2003 y 2010. Sin embargo, después del 2010 Morris asume la dirección del Canal Capital en el gobierno de Gustavo Petro y posteriormente migra del periodismo a la política. Como consecuencia, el sueño que una vez se llamó Contravía estaba muriendo en manos de Juan Pablo Morris; no porque fuera un mal director, todo lo contrario, es administrador de empresas, gerente de mercadeo y tiene estudios en alta gerencia.
A Juan Pablo Morris no le faltan títulos, el problema radica en la frase que alguna vez mencionó Yineth Bedoya, una reconocida periodista, alma mater de la Universidad Central: “el periodismo no es para alguien que no le gusten los números, es para quien de verdad le apasione, porque esta profesión simplemente se lleva en las venas”.
Según la nuestra sagrada Real Academia Española, el periodismo se define como la actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico. De acuerdo a esta definición, quiero detenerme especialmente en la labor de la interpretación y la difusión porque hay periodistas para las dos.
¿Quiénes son realmente los periodistas en Colombia? En la universidad han nacido múltiples discusiones sobre los abogados, economistas y politólogos que hoy salen en cada transmisión de los principales canales de televisión nacionales. ¿Por qué ellos tienen el puesto?, ¿Acaso no hay suficientes centenares de estudiantes en el país que sueñan con ese trabajo? Hoy quiero decir que no siento la más mínima envidia, porque muchos de ellos no son periodistas de verdad. Su trabajo se limita a la difusión de información, sin salirse siquiera un centímetro de los libretos modificados conforme a los intereses políticos y económicos de los medios en que trabajan.
Ser un periodista real en Colombia es un sueño a prueba de balas. Ser un periodista real implica una auténtica interpretación de la información, dependiente de la responsabilidad social y la verdad, sobre todo de la verdad. Pero llegar a esta es un largo viaje por la investigación, necesitamos llegar a la raíz y justamente la raíz es el problema. Cuando investigamos los hechos más impactantes y desastrosos de nuestro país nos encontramos con un oscuro panorama, a veces se presenta en forma en panfletos con amenazas, pero otras veces… Otras veces no nos deja rogar por otra oportunidad, viene en forma de muerte.
