Hace un día se conoció el primer caso del virus de moda en el departamento de la guajira y en la ciudad de Tumaco, esto luego de ser conocido el primer infectado en Colombia el pasado 6 de marzo, así como el coronavirus tardo 25 días en llegar a estos sitios apartados, así mismo ha sido la llegada del Estado a estos sitios. Tardío como siempre!; hoy por primera vez, y luego de más de cincuenta años de conflicto, es la primera vez que se pueden alegrar estas poblaciones, al ver llegar tarde la presencia del estado.
Y es que la desgracia de ser y estar en Amazonas, Arauca, Caquetá, Chocó, Guainía, Guaviare, Putumayo, Vaupés, Vichada, hoy por primera vez son cuestión de privilegio, hoy por primera vez les induce alegría, hoy por primera vez pertenecen a la "elite". Por fin la injusticia social, hizo justicia y hoy por primera vez pertenecen a la población beneficiada, hoy no tienen aún seres humanos portadores del COVID-19, esto gracias a su tradicional infortunio de ser olvidados por Colombia, y es que llegar a estos sitios es más fácil hacerlo por los países vecinos, que por las desgraciadas vías que casi no existen o solo están en los mapas de algunos gobiernos que inauguraron sin disfrutarse.
Por fin la “equidad” llegó a estos pueblos, producto de la desgracia mundial, donde la riqueza no pudo quitarle a estos departamentos legendariamente descuidados, su derecho a coexistir en el mismo planeta con las mismas posibilidades a pesar del abandono. Esta equidad no la logró ni el mas grande pregonero de la historia Colombiana, lo logró un ser invisible y microscópico, bien distinto al gigante y gran Colombiano.
Las promesas del año 2002, donde se pregonó la disminución de los asesinatos en nuestro país, pues para el año 2001 se tenían 27.840 homicidios, fueron nefastas al año siguiente (2002), las muertes producto del conflicto armado llegaron a 28.230, es decir, fueron asesinadas 77 personas al día.
Ya hace más de 54 años de la operación Marquetalia, la cual dio inicio a la violencia bestial que los colombianos nos hemos acostumbramos a ver, y que a la posta forjó en la mente del país el hecho de ver la muerte de personas como números y no seres humanos por asesinatos. Es que han sido tantas las masacres, muertes violentas que para nosotros en Colombia cuando nos dicen que el tal COVID – 19 mata, ya no nos hace miedo, pues de muertes hemos vivido ya dos generaciones.
