Este escrito permite al autor controvertir los prejuicios que se tienen frente a la educación virtual, mostrando las características y ventajas que presenta para continuar el proceso de aprendizaje y enseñanza durante la crisis que se está presentando con el Covid-19, lo anterior desde su experiencia como estudiante y docente de educación virtual, precisando que el escrito hace referencia a la educación superior pues en la educación básica y media pública se encuentran en un contexto diferente.
Con la pandemia generada por el COVID19 es evidente que el mundo cambió y una vez se superen las contingencias el planeta no serán como antes, sin embargo, un tema del que se viene hablando cada vez con más fuerza es la virtualización de la educación como una medida temporal para poder continuar con la prestación de este servicio público en Colombia mientras se supera el enunciado virus, lo anterior respaldado en el Estado de emergencia Económica, Social y Ecológica decretado por el presidente de la república.
Sin embargo, existen falsos mitos como por ejemplo que la educación virtual es de mala calidad, o que el estudiante debe estar a todo momento frente al ordenador. Contrario a lo anterior, la educación acompañada de las tecnologías y comunicaciones (TIC), constituyen una gran estrategia para darle continuidad a los procesos de formación de los estudiantes siempre que se utilice en debida forma y que tanto, el docente como el estudiante estén capacitados previamente.
A diferencia de la educación presencial, en la virtualidad el docente debe trabajar más, y el estudiante debe adquirir unos compromisos adicionales de autonomía e independencia para llegar al conocimiento, alejándonos de la tradicional y antigua escuela pedagógica conductista en donde el docente dicta y el estudiante tan solo escribe, logrando superar esa tradición de educación anacrónica hacia un modelo netamente constructivista de la enseñanza. Se busca así, que el estudiante se convierta en un prosumidor de recursos digitales, desarrollando competencias de comunicación, reflexión, capacidad crítica, planeación y organización del tiempo, habilidades tecnológicas digitales que conllevan a la responsabilidad y la disciplina.
La verdadera educación virtual no consiste en escuchar al docente varias horas continuas de clase frente al computador, sería como pensar que el teletrabajo es equivalente a alguien que trabaja con un teléfono en la mano. Lastimosamente en varias instituciones de educación de carácter privado tanto en educación básica y media, como en la educación superior están aplicando esos métodos antipedagógicos que nada tienen que ver con el aula virtual o e-learning.
Entonces ¿Cómo se debe concebir la educación virtual?, para resolver este complejo interrogante educacional, se tiene que trabajar de manera pedagógica haciendo uso de los Objetos Virtuales de Aprendizaje (OVAS) dentro de los Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVAS) y sobre una plataforma digital previamente conocida por los docentes y estudiantes, suministrada oportunamente por las Instituciones educativas de educación superior.
Dicha herramienta virtual, debe ser alimentada previamente y durante el proceso educativo por el docente, quien debe subir los textos como soporte cognitivo de la educación, pero no equivocarse en pensar que tan solo se resume su actividad a escanear libros y abarrotar de información al discente, ya que todos los materiales didácticos se deben gestionar y plantear desde los ejes problémicos que permiten la tranversalización de los núcleos temáticos de cada curso de formación.
Respecto a la forma de evaluación, se deben plantear diversas formas y no es solo la clásica heteroevaluación, sino que también se debe efectuar la autoevaluación y la coevaluación, diseñadas desde nuevas estrategias evaluativas donde los foros generen la participación activa de los estudiantes y el docente, adicional a ello, la entrega de productos los cuales se irán retroalimentando con la ayuda del educador, y se debe establecer la forma en que el estudiante pueda plantear de forma pública o privada sus inquietudes.
De la misma manera, se deben programar encuentros sincrónicos en donde los estudiantes puedan interactuar online con su docente, sin que ese tiempo exceda de una hora a la semana por cada curso de formación, sin embargo, cuando algún estudiante tenga problemas de conexión, pueda ver el encuentro a posteriori pues este debe quedar grabado en la plataforma o puede programar un nuevo encuentro con el educador.
Lastimosamente, así como hay personas que en la educación presencial se creen docentes por tener un título y ubicarse frente a un grupo de estudiantes, también en la virtualidad se aprecian personas que sin la menor idea pedagógica solo se dedican a suministrar a los estudiantes muchas lecturas y requerir gran cantidad de productos, calificando de forma subjetiva y sin que medie una verdadera evaluación.
La presente reflexión pretende que se aprovechen las ventajas que ofrecen las TIC en la educación y no buscar pretextos para no hacer uso de ellas. Si bien es cierto que algunas personas no tienen acceso a una conexión de internet, es notorio que la gran mayoría de estudiantes de educación superior cuentan con un computador, con un celular Smartphone básico, o hay alguien en su núcleo familiar que lo puede facilitar, y en el caso de no contar con el modo económico para recargar los datos, se debe aprovechar la implementación de los puntos Vive digital destinados por el ministerio de las TIC. Asimismo, tanto el Estado como las universidades deben buscar las alternativas necesarias para que sus estudiantes se puedan conectar e ingresar al aula virtual.
Finalmente, la educación virtual tiene la ventaja de ser más económica para las universidades, los docentes y los estudiantes, no aceptarla en estos momentos sin conocerla a fondo es muy fácil, pero si no hacemos uso de ella en esta época de crisis ¿cuándo?, el mundo ha cambiado, hay que evolucionar y dar pasos hacia adelante, en lugar de quedarnos estancados con la educación tradicional.
La educación virtual en estos momentos es la única salida que se tiene para continuar adelante el calendario académico 2020 y garantizar la prestación del servicio público de educación, lo cual se iniciará con muchos errores que hay que corregir de camino. Lógicamente que de este escrito llegarán muchas críticas, pero sería interesante conocer las distintas propuestas para continuar en estos momentos con la educación superior, pues es claro que aplicar a este contexto la figura “Laissez faire et laissez passer” no es la solución.
Doctorando en Derecho, Magister en Derecho Administrativo, Especialista en Derecho Laboral y Seguridad Social de la Universidad Libre de Colombia, Especialista en Pedagogía y Docencia de la Fundación Universitaria del Área Andina. Docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Amazonia y Coordinador del Semillero de investigación Pensamiento Laboral.