Por qué China superó el COVID-19

Por qué China superó el COVID-19

Estas fueron las seis grandes decisiones que tomó el gobierno de Xi Jinping que permitieron ganarle la batalla al coronavirus en dos meses largos

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marzo 30, 2020
Por qué China superó el COVID-19

El pasado 10 de marzo salió el último grupo de pacientes de COVID-19 del estadio Wuchang Hongshan de Wuhan, uno de los 14 hospitales temporales adaptados en edificios civiles por el gobierno chino para atender la peor crisis de salud mundial de los últimos cien años. La adecuación se hizo en tiempo récord desde finales de enero y operaron desde el 5 de febrero durante 35 días, hasta que el control de la epidemia en China permitió que el sistema de salud atendiera los pacientes sin sobrecargarse.

Solo en el Wuchang Hongshan se pusieron 789 camas y fueron atendidos 1124 pacientes; el conjunto de instalaciones temporales asumió el 20% de la atención de pacientes de la provincia de Hubei, donde ocurrieron el 83% de los casos en China, antes de la declaración de la pandemia y cuando China representaba el 68% de los casos de COVID-19 del mundo.

Los hospitales provisionales atendieron pacientes durante  35 días - Por qué China superó el COVID-19

Los hospitales provisionales atendieron pacientes durante  35 días

 

Para el 11 de marzo, mientras en Wuhan se desmontaban los hospitales provisionales, en Hubei habían sucedido el 96% de las muertes de en China y en el país habían tenido lugar el 73% de las muertes del mundo.

El mismo 11 de marzo desde las oficinas centrales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra (Suiza), su director,  el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, un biólogo etiope de la Universidad de Asmara, con master de la Universidad de Londres en inmunología de enfermedades infecciosas y doctorado en la Universidad de Nothingham con una tesis sobre el efecto de la construcción de represas en la propagación de la malaría, preparaba la conferencia de prensa que anunciaba lo inevitable:  en las dos semanas anteriores las infecciones fuera de China se habían multiplicado por 13 y la cantidad de países afectados pasó de 37 a 114, por lo tanto el COVID-19 era ya una pandemia.

Quince días depués, el 27 de marzo, el COVID-19 había infectado a 590 mil personas y cobrado la vida de 27.000, pero en China tenía solo el 13% de los enfermos y el 12% de los fallecidos, mientras que Italia, un país el doble de tamaño que la provincia de Hubei pero con los mismos 60 millones de habitantes, reclamaba el primer lugar en las muertes del virus y su peso en la estadística mundial era del 34% de los muertos y el 14% de infectados.

La mayor incidencia del virus pasó a siete países desarrollados:  Italia, España, Estados Unidos, Francia, Alemania, Suiza e Inglaterra.  Los europeos tienen el 44% de los infectados y el 65% de los muertos.  Al sumarse Estados Unidos, son el 61% de los enfermos y el 71% de los fallecidos.  Estados Unidos e Italía desplazaron a China al tercer lugar en total de casos e Italia y España la relegaron en total de muertes.

El mundo científico había advertido la importancia de adoptar medidas severas para reducir la movilidad y el contacto social. El doctor Ghebreyesus destacó el esfuerzo de China para contener el virus, en el estilo diplomático que obligaba su cargo de director de un organismo multilateral. Pero el subdirector, el doctor Bruce Aylward, un epidemiólogo canadiense fue más directo: “las medidas extraordinariamente dificiles adoptadas por China para enfrentar el virus quizás han salvado cientos de miles de vidas en el país, el mundo está en deuda con ustedes” dijo el 25 de febrero;  la OMS sabía que si los demás países del mundo demoraban en tomar sus propias medidas extraordinariamente difíciles, la pandemia contenida en China sería inevitable en el mundo, como sucedió dos semanas después.

El 27 de marzo en China hubo 55 casos nuevos, pero se curaron 487 pacientes, de manera que el sistema de salud ya no está en riesgo de saturación. Todos los casos nuevos en China son importados desde hace diez días, desde hace 9 la cifra de muertos diarios es inferior a 10 y los casos nuevos por dia es menor a 100 desde el 4 de marzo, y llegó a estar en 11 el 13 de marzo.

En este escenario suceden dos cosas:  China mira hacia el mundo para ofrecer su experiencia y el mundo mira China tratando de descifrar qué del ejemplo chino es replicable. Aunque algunas cosas son replicables porque son protocolos estandarizados, otras no porque resultan de las particularidades de cada país, de su historia, su modelo de desarrollo y hasta la estructura de sus familias, y aún más generalmente el andamiaje de principios que guía a cada sociedad, confuciana en unos casos, protestante o católica en otras.  Así es posible entender las diferencias entre Alemania e Italia, que al llegar a los 44 mil casos, la primera registraba 267 muertes y la última 3800.

Seguir la ciencia

El gobierno chino siguió con rigor los protocolos de la OMS que indicaban que una vez se da un brote de un coronavirus, su transmisión entre humanos se da fundamentalmente por el contacto con microgotas que expele un infectado al toser, estornudar, bostezar o inclusive hablar. Por lo tanto la llamada “higiene respiratoria” como toser o estornudar sobre la fosa del codo o no toserle a la gente en su cara, es importante pero no suficiente, sino que se complementa con el lavado de manos, la desinfección de las superficies y las cosas que traen otros pues el virus que está en las microgotas que salen con la respiración sobrevive por periodos aun por identificar, pero que se estima entre unas horas y un día dependiendo de la superficie.

Entre el 31 de diciembre y el 3 de enero pasados en Wuhan hubo un número extraordinario de casos de neumonía de etiología desconocida, es decir se ignoraba su causa y el agente, pero claramente era un foco infeccioso respiratorio que debía ser reportado a la OMS, como se hizo de inmediato.  Los días siguientes fueron críticos para que los gobiernos supieran qué medidas tomar.  El 7 de enero los chinos aislaron el virus y el 12 compartieron la sequencia genética en una base de datos mundial que puso a trabajar a cientos de miles de científicos en el desarrollo de pruebas de diagnóstico tratamiento y vacunas para el nuevo virus. Hacia el 15 de enero dos países, Tailandia y Japón, informaron a la OMS que tenían casos importados de personas infectadas con antecedentes en Wuhan.

 

Las medidas de aislamiento fueron drásticas siete días después de que se reportaron los primeros enfermos de una desconocida neumonía - Por qué China superó el COVID-19

Las medidas de aislamiento fueron drásticas siete días después de que se reportaron los primeros enfermos de una desconocida neumonía

 

Luego se determinó que el periodo de incubación del virus era de entre 2 y 14 días es decir que una persona infectada puede estar asintomática hasta 14 días y podían pasar no menos de dos días antes de que tenga algún síntoma que hiciera saltar las alarmas, tiempo en el que esparcian el virus sin sospecharlo. Los epidemiólogos hicieron sus cálculos y sabían que avecinándose el mayor desplazamiento de personas en China por el año nuevo, la propagación exponencial del virus más allá de Wuhan era inminente. Para el 20 de enero ya había seis muertos en China y una tasa de infección que revelaba un pico compatible con una epidemia.  El 23, con 840 infectados y 30 muertos, China ordenó la suspensión de viajes desde y hacia Wuhan.

El día en que empezó el cierre de Wuhan, William Schaffner, un médico asesor del Center for Disease Control (CDC) de los Estados Unidos donde ya sabían que tenían casos importados, acusó a China de retener información sobre el periodo de incubación o la forma de propagación entre humanos, aunque todas ellas estaban publicadas en la página OMS.  Schaffner incluso dijo que con esa información a Estados Unidos le quedaba muy fácil contener la propagación del virus.  Un mes después Estados Unidos tiene 102.000 infectados, casi la mitad de ellos en Nueva York.

La diferencia estuvo en que China tomó las medidas más estrictas desde el principio, mientras que los demás países hiciero oidos sordos a los llamados de sus científicos:  España solo impuso el aislamiento con 200 muertos, Italia con 800 a Inglaterra con 335, luego de intentar la peligrosa estrategia de la inmunidad del rebaño.  Estados Unidos lo ha impuesto parcialmente y el presidente Donald Trump pensaba levantarlo para la Pascua.

El peligro de no actuar con base en los protocolos elaborados por la ciencia son claros en términos de salud pública y el ejemplo útil son los tres países que al 26 de marzo habían superado los 80 mil infectados:  Estados Unidos, China e Italia.  Los chinos pasaron de 1.000 a 80.000 en 35 días, los italianos en 26 y los norteamericanos en 13; mientras para Estados Unidos e Italia el problema apenas comienza y su curva está vertical, China la aplanó hace un mes.

China se enfocó en romper la cadena de transmisión entre humanos, con un aislamiento estricto. Hoy China está abriendo de manera controlada sus espacios públicos, el aislamiento total de Wuhan está oficialmente terminado, pero hay fuertes medidas sobre el transporte aéreo, con límites en la ocupación de aviones entre otras. El 26 de marzo el Ministerio de Relaciones Exteriores de China informó que estaban prohibidos los vuelos internacionales, una decisión para limitar el número de casos nuevos que si bien están debajo de 100, todos son importados y China no quiere ceder el terreno ganado porque sabe que su papel en el escenario de la batalla mundial contra el virus apenas comienza.

La tecnología en despliegue total

La tecnología china estuvo en juego en todo. Además de los famosos robots que entregaban medicinas y alimentos a los pacientes en los hospitales, saludándolos y recomendándoles no tocarlos, se implementó un robusto sistema de consultas en línea para que gran parte de la atención de los usuarios no urgentes y diferentes al COVID-19 fuera virtual, liberando personal médico y centros de atención.

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Ingenieros, diseñadores, programadores, todo el ejército de profesionales totalmente coordinados

Los sistemas de posicionamiento geográfico recogían y procesaban información para detectar patrones de infección, intervenirlos pronto con aislamiento y controlando la movilidad de las personas aisladas; pero también se usaron para hacer mediciones precisas en la construcción de los hospitales de emergencia.  Las cámaras térmicas cumplieron un papel esencial en personas con síntomas potencialmente indicador del virus; los célebres hospitales construidos en 10 días tenían sistemas de aislamiento basados en materiales aislantes pero transpirables a partir de fibras hasta ahora desconocidas;  las pruebas del virus se despachaban por drones; los códigos QR permitían saber si una persona se estaba aproximando a otra que había estado en una sirtuación de riesgo de contagio y los teléfonos móviles permitían pagar, abrir puertas, usar transporte sin contacto.

La red 5G se convirtió en la más impresionante autopista de transmisión de miles de millones de datos por segundo para combatir la epidemia, desde la detección temprana, el diagnóstico, el tratamiento y la cura, incluyendo la evaluación y las teleconferencias médicas y científicas.  Se sabía dónde actuar, a quién aislar, cómo tratar y dónde ubicar al paciente.

Detrás de todo:  ingenieros, diseñadores, programadores, todo el ejército de profesionales que China viene formando desde hace décadas.  Toda la fuerza tecnológica y científica al servicio de la salud de una manera coordinada sin precedentes.

Un sistema de salud fuerte y multidimensional

El dato de médicos por 1.000 habitantes de acuerdo con OECD y OMS, que ignoran la cifra de médicos tradicionales, presenta a China relegada respecto inclusive de Colombia. En China el índice es de 1.8, en Colombia de 2, en Estados Unidos es de 2.6 y en Italia un muy honroso 4. ¿Qué explica la diferencia en la capacidad de atender una crisis de salud entre en país desarrollado como Italia que tiene el doble de médicos que un país en desarrollo como China?

Otros datos lo explican: en China hay más capacidad infraestructural para que esos médicos trabajen y de hecho es el único país de los citados que en ha crecido su capacidad hospitalaria en los últimos 60 años. Todos los demás la han destruido.

 

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Mientras en en los últimos 40 años ha disminuido la infraestructura hospitalaria, en China se ha multiplicado por tres

 

El dato es la cantidad de camas de hospital por 1.000 habitantes:  Italia tiene 3.2, Estados Unidos 2.8 y Colombia 1.7 y China 4.3.  Pero en 1960 los indices eran de 9.2 en Estados Unidos, 8.9 en Italia, 2.6 en Colombia y 1.2 en China. Literalmente mientras Estados Unidos redujo su capacidad de atención a la tercera parte, China la multiplicó por casi 3.

En la ecuación del éxito chino contra el COVID-19 está el carácter multidimensional de la prestación de servicios de salud en China, que además de la medicina occidental, está la medicina tradicional a través de hospitales exclusivamente dedicados a ella.  Por otro lado, China tiene una extensa red de atención en salud en las aldeas del quinto nivel administrativo que pueden representar casi el 65% de las entidades.  En esta trama infraestructural y de instituciones trabajan más de 12 millones de personas, de ellas 3 millones médicos occidentales y otro tanto de médicos tradicionales.

Eso quiere decir que a la hora de movilizar recursos y personal para la emergencia de la crisis, el gobierno tenía una base enorme de médicos, enfermeros, farmacólogos y personal de apoyo.  A eso se le fueron sumando personal militar, estudiantes de medicina y grupos de voluntarios organizados.

 

La disciplina social

Mientras en China, un país emblemático en la emancipación y recuperación de la dignidad social de la mujer desde 1949, se cancelaron los eventos masivos de conmemoración del Día Internacional de la Mujer y desde Beijing se recomendaba a todos sus ciudadanos en el mundo abstenerse de partcipar en eventos masivos y optar por otras formas de manifestar solidaridad con la causa feminista, en Madrid se hizo una manifestación multitudinaria en la que se exhibían carteles que decían “el machismo es más peligroso que el coronavirus”.  En ese momento España tenía 430 infectados y solo cinco muertos, lejos de los 57 mil enfermos y 4300 muertos que habría 18 días después.

 

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En China se prohibieron manifestaciones como la del Dia de la Mujer que terminó convirtiéndose en Madrid un disparador del Covid 19

En el mundo entero los gobiernos se vieron débiles o apáticos para tomar las medidas que evitaran situaciones de riesgo de propagación del virus.  En unos casos se trataba de eventos políticos mayores como el relatado de Madrid, en otros era la preservación de los negocios en marcha, sobre todo de eso que llaman la industria de la hospitalidad:  hoteles, restaurantes, bares, planes turísticos.  Boris Johnson dilató hasta el último minuto la decisión de prohibirles a los ingleses su sagradísimo derecho al pub; en Australia cerraron primero las iglesias que la legendaria Bondi Beach.

Unos se expusieron por causas políticas, otros por negocio, muchos por vanidad, algunos por falta de seso, como los que organizan Coronavirus Party, o los youtubers que lanzaron el Coronavirus Challenge para que sus seguidores demostraran quién sabe qué invulnerabilidad lamiendo inodoros públicos.  El caso es que el mensaje de urgencia del aislamiento no calaba en el mundo occidental.

Los países asiáticos en general entraron de manera muy disciplinada en las medidas que sus gobiernos les dictaban y obviamente el principal escenario de esta disciplina social fue China, donde el problema era el más grave del mundo hasta hace unos días.

La misma disciplina subyace en la movilización ordenada de recursos y de gente para el combate de la enfermedad, o en el retiro del personal de Wuhan superada la crisis, para ir a descansar unos momentos antes de reintegrarse a las labores propias o unirse a una de las tantas brigadas que salen de China al mundo a apoyar y asesorar la lucha contra el virus.

Sucede que en la escala de valores asiática el sentido del deber social se sobrepone al individualismo.  Además la trascendencia es concreta y actual, tanto en Confucio como en el Taoismo las virtudes están vertidas en la sociedad y en el mundo terreno, que le dan el marco de referencia al ser moral, por lo que según el Tao Te King “el sabio atiende su deber y el necio reclama su derecho”.  En Asia la solidaridad está enraizada en la misma visión del mundo, no es coyuntural ni para reclamar indulgencias, sino una norma de conducta social universalizada, incondicional y de las personas solo se espera su práctica.

Es por esa misma red de valores que en China no hubo las horribles escenas descritas en España e Italia de ancianos fallecidos en soledad. A pesar que la transición demográfica y la política natal causaron nidos vacíos, no se han reflejado hasta ahora en un fenómeno social de ancianos abandonados.  La sociedad china sigue concibiendo al indivuduo en función de sus mayores y el adagio de “tres generaciones bajo un mismo techo es felicidad”, tiene validez en un país cada vez más urbano y de familias nucleares.

La protección de la industria y la agricultura

Los chinos siempre han tenido muy claro el valor de las industrias estratégicas para su desarrollo social y la seguridad nacional y un aspecto clave de la lucha contra el COVID-19 fue que la capacidad de producción se restableció muy pronto en áreas esenciales como los insumos e instrumental médico, incluyendo las mascaras.

Luego de la contención del virus en el país, China se enfrentó a dos desafíos:  cómo reasumir con decisión la producción industrial de manera ordenada de forma que no se convirtiera en una circunstancia de nueva emergencia del virus y cómo atender la creciente demanda internacional de productos, equipo y material médico por parte de países que los buscaban desesperadamente para contener sus propias expansiones en circunstancias mucho más críticas. Ahora las fábricas chinas de equipos médicos no dan abasto, están trabajando a todo vapor.

China también tomó deciones esenciales para los trabajos de arado para la preparación de la tierra en el campo en la primavera y las industrias intensivas en mano de obra ligadas a la cadena mundial de distribución. Las directrices de todas esas áreas incluyendo la producción se dieron, claro está, en una circular del 26 de marzo expedida por el Ministerio de Industria y Tecnología.

El motor industrial chino está funcionando, cada vez a más revoluciones y junto con los estímulos al consumo interno a través de la política fiscal activa puesta en marcha años atrás, es probable que China asuma la inciativa mundial en la recuperación económica.

En un mundo aíslado y con las flotas de las aerolíneas parqueadas, el 25 de marzo la Administración de Aviación Civil de China hizo público el anuncio que se reasumía la construcción a toda marcha de 65 aeropuertos. Junto con la reactivación de los peajes de entrada a Wuhan, con largas filas de vehículos a cuyos pasajeros se les verificaba la temperatura, se constituyeron en las imágenes de la reactivación económica.

Cooperación internacional a escala global

Jack Ma, fundador y CEO de Alibaba, competencia china de Amazon distribuyó de manera gratiuita y en nueve idiomas un manual para la prevención y tratamiento del coronavirus (https://covid-19.alibabacloud.com para quien le interese).  Baidu, competencia china de Google, organiza conferencias entre los científicos chinos que estuvieron a cargo de la lucha contra el virus en Wuhan y líderes científicos y políticos alrededor del mundo compartiendo expediencias y discutiendo estrategias;  el 24 de marzo representantes de autoridades de salud de 18 países de América Latina incluyendo Colombia participaron en una videoconferencia de este tipo.

Desde China salen aviones con equipos de médicos y científicos para luchar en el terreno en Italia, Francia, España, Cambodia y Vietnam.  También cargueros llenos de equipo e instrumental médico en todas las direcciones, sin exceptuar los Estados Unidos.  A Italia y España llegan las cajas con las donaciones chinas impresas con mensajes de apoyo y en la prensa china se titula que China está regresando con solidaridad la que recibieron entre enero y febrero.

El COVID-19 desató una pandemia que va a cobrar la vida de decenas de miles de personas en el planeta, algunas de ellas pudientes pero en general personas con alguna vulnerabilidad:  o son viejos, o son pobres, o padecen diabetes, o están expuestos a la tuberculosis, o no tienen seguro de salud, o están desempleados.  O todo lo anterior, porque si bien como dijo Madonna el virus es el gran igualador, ataca a todos sin distinción, hasta el príncipe Carlos, el sistema económico sí distingue y excluye de la atención en salud más que todo a los débiles, a los que no pueden pronunciarse por redes sociales sino con el tradicional cartelito escrito a mano como el del destechado norteamericano que decía: “¿Y dónde carajos se supone que me aisle?”, las vidas que se cobrarán serán las de esas personas.

Los chinos con su experiencia milenaria en superar las más grandes dificultades están poniendo en práctica su visión de una comunidad de futuro  compartido en la que los países cooperan globalmente frente a desafíos globlales tan críticos como una pandemia, sin renunciar a sus identidades nacionales.

 

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