En estos tiempos de igualdad biológica, donde el Covid-19 no discrimina a pobres ni a ricos, los que lo tenían todo repiten la hipócrita frase “Quedate en Casa”, tratando de ocultar su evidente deseo para que todo vuelva a ser tan “bueno” como era antes”.
Algunos, quizás la mayoría, almeno saca en este país (Colombia), no la tienen tan fácil como para quedarse en casa y esperar que el rappitendero traiga el mercado (que por cierto se volvió costoso a pesar de la “promesa”) o el motorizado de McDonald’s llegue con los almuerzos.
La muerte ronda por todos los vecindarios, por eso ahora ellos necesitan del “Quédate en Casa”, que traduce “sufre tú, me salvas y después yo sigo con los que queden”
El costo por tener de más, es acumular también miedo, por eso esta crisis la viven de manera terrorífica los de arriba, y con expectación los de abajo.
Cada decisión del gobierno es como una brazada de alguien que no sabe nadar, ¿será este el momento que debemos abusar de ellos?
Ahora se dieron cuenta que la vida de todos era importante, que todos somos iguales, algo que no notaron durante los 50 años de guerra interna del país, ni durante el proceso de paz, ni cuándo se han muerto los desposeídos al frente de una clínica por no estar afiliados a una EPS.
Se imaginan una turba sin tapabocas entrando a hablar con el presidente en la casa de Nariño (suponiendo que ahí esté el presidente), o llegando a ver qué hay de almorzar al Ubérrimo?. Para ellos eso sería tan aterrador como cuando llegan los paramilitares a los pueblos humildes de Colombia con sus motosierras.
Por ahora aconsejo que les hagamos mediano caso (ahora que dicen que debemos estar unidos), debemos observar cómo se desenvuelven las cosas y disfrutar como su juego de verdades a medias y grandes mentiras se les devuelven como bumerang.
Y por cierto ¿Qué tiene que ver la bandera y el Covid-19?
